Carlos Alberto Sánchez Parreira cumple hoy 80 años y en realidad esto no es importante, porque él siente que está muy bien, es seguro que no atravesará ninguna depresión. A él le da igual, ocho que ochenta. Nació en una posada el 18 de febrero de 1943 en la calle Río de Janeiro, es entrenador de fútbol, aunque a su edad está retirado. Sin embargo algo que le ha hecho mucha ilusión hoy es ir a ver jugar a su nieto que está en una categoría de benjamines y tiene los 8 que a él le confunden, han empatado a cuatro, pero su nieto ha sacado su raza y ha marcado dos goles. Parreira llegó a ser preparador físico de tres de sus cuatro hijos (el menos espabilao huyó del balón) que fueron grandes estrellas en el Mundial 1970, hasta regresar a los banquillos en 1974. En 1984 ganó la Liga brasileña con el Fluminense. La eliminación de la selección de Brasil ante Francia en la ronda de cuartos de final del Mundial de Alemania 2006 hizo que abandonara su cargo ante las críticas de la prensa brasileña, que lo señalaban como el culpable de que Brasil no desplegara su jogo bonito. A Carlos Alberto nada le importa, digamos que todo le da igual, pero sin embargo tiene su corazoncito. En esta foto le vemos de pajarita, hace unos días, celebrando el día de los enamorados, porque Carlos Alberto es un hombre enamorado de la vida y del juego bonito, aunque no se note, aunque todo parezca darle igual.
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¿Qué cuántos años tengo? ¡Qué importa eso! ¡Tengo la edad que quiero y siento! La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido... Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos. ¡Qué importa cuántos años tengo! ¡No quiero pensar en ello! Pues unos dicen que ya soy viejo otros "que estoy en el apogeo". Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos. Ahora no tienen por qué decir: ¡Estás muy joven, no lo lograrás!... ¡Estás muy viejo, ya no podrás!... Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños, se empiezan a acariciar con los dedos, las ilusiones se convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. y otras... es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.. ¿Qué cuántos años tengo? No necesito marcarlos con un número, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas... ¡Valen mucho más que eso! ¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más! Pues lo que importa: ¡es la edad que siento! Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos ¿Qué cuántos años tengo? ¡Eso!... ¿A quién le importa? Tengo los años necesarios para perder ya el miedo y hacer lo que quiero y siento! Qué importa cuántos años tengo. o cuántos espero, si con los años que tengo, ¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno! __ José Saramago