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:: la lluvia

Vuelta a casa
Hay un hombre que grita en el vagón del metro.
Yo he visto allá en sus ojos la lenta caravana
de imágenes heridas, de minuciosas sombras
que acuden a su encuentro con el gesto de siempre,
con el gesto que nunca volverá a contemplar.

Siente el peso en los hombros de unas manos de sombra.
Le reclaman. Se vuelve. Ahora está con ellas.
Esboza una sonrisa que se quiebra de pronto.
Su dolor se dilata, se le escapa del pecho.
Recorre ya las vías. Invade la ciudad.

Hay un hombre que grita con los labios sellados.
De "Horizonte o frontera" Hiperión 2003. Eduardo García

imagen::calber
'La lluvia en el desierto' reúne todos los versos de Eduardo García, un año después de su prematura muerte. Nació en São Paulo, en 1965, donde vivió hasta los 7 años.  Volvió a España con su familia y vivió su infancia y juventud en Madrid, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía, especializándose en Estética. Desde 1991 residió y trabajó como profesor de Filosofía en Córdoba. Como poeta es autor de Las cartas marcadas, No se trata de un juego, Horizonte o frontera, Refutación de la elegía, La vida nueva y Duermevela, Fue galardonado con los premios: Nacional de la Crítica (2009), Ojo Crítico de RNE, Ciudad de Melilla, Juan Ramón Jiménez, Fray Luis de León entre otros. Cultivó la reflexión sobre el fenómeno poético en dos ensayos Escribir un poema y Una poética del límite. Lo conocí en Cosmopoética 2008, coincidimos en una cena de poetas organizada por Carlos Pardo (yo iba por la sección anonimos), alguno de los comensales: Reina María Rodriguez, Jorie Graham, Jordi doce, Martín Lopez-Vega, Eva Hernández. Nos volvimos a encontrar un año mas tarde en una boda de familiares comunes (él iba por la rubia y yo por el moreno) y otra vez en Cosmopoética 2010. Eduardo García nos dejó en un momento vertebral de su obra. Su poesía, estaba siempre en busca de una complejidad que no confundiera al lector. Nos quedó una conversación pendiente sobre poesía y una foto de familia.


imagen::Eva Hernandez. Cosmopoética 2008

:: los mansos

David Hockney. Sun On The Pool Los Angeles April 13th 1982
composite polaroid, 34 3/4 x 36 1/4 in. 


MICHAEL

Mi tío bailaba en calzones y delantal mientras trajinaba en la 
barbacoa.
Agitábamos caderas y brazos desenfrenadamente, gritando "baby".
Saltamos haciendo polvo. Chocándonos los unos contra los otros,
escupíamos agua.

Atravesando en un descapotable el Golden Gate, el aire agita mis
pendientes de plástico rojo.

Todos somos Marilyn: "Podemos ser alegres pero no felices".
Las fiestas no terminan de resultarnos divertidas.
Ahí están las voces de nuestros vecinos preparando la comida.

Lacios y desaprovechados, esos cuerpos tan hermosos.
Pesan las mañanas, pero nos alivian las noches.
Seguimos apurando las calles vacías de los días de lluvia.

Una palabra tuya bastará para salvarnos, pero solo oímos anuncios
publicitarios

Eva Hernández. Plaquette "los mansos"*  (La escombrera, Ed. Legados, Madrid 2011) 


***

Aunque Eva Hernández ya lo desvela en su presentación: "El ser humano me produce ternura y antipatía a partes iguales" su poesía es una demostración teórica de este testimonio. Sus poemas no son matemáticos, pero tienen un engranaje que los hace fluir, son la narración de la normalidad, que bajo su prisma se transforman en explosivos y pequeños hallazgos ("el aire agita mis | pendientes de plástico rojo"). Se sirve de un lenguaje pop-grisáceo, que la transforma en una poeta pop-escéptica, quizá a su pesar, (Todos somos Marilyn: "Podemos ser alegres pero no felices".) para llenar su poesía de humeante plasticidad. Leyendo su Plaquette "los mansos" sientes que los cuadros de piscinas y Polaroids de David Hockney son reseñas gráficas sacadas de los poemas.

Cada una de sus páginas es una propuesta de descubrimiento, de indagar en lo cotidiano y diseccionar las capas de la realidad: el individuo o la colectividad. Concluyendo en muchos casos, alegremente con la duda. Carga cada poema con una verdad, que termina por no ser cierta, o por no existir, o que, si existe, el lector es incapaz de reconocer, y ahí reside el encanto. Despliega todas sus imágenes en pos de la esperanza pero la mayoría de las veces, lo que queda es la realidad superficial, que no deja de ser una ficción. (Una palabra tuya bastará para salvarnos, pero solo oímos anuncios | publicitarios)

Y aún así, hay que leer a Eva Hernández porque crea un espacio asombroso en cada poema, con palabras solubles, mezclando sus versos con músicas prestadas y en pocas lineas acaba desarrollando un paisaje de luz, en el que casi siempre está a punto de llover. En su presentación también nos dice "Sé que cualquier día podría perder la paciencia".  Y creo que el día al que se refiere es cada día que ella se pone a escribir. Un día como hoy, como cualquiera en que se produce una "pérdida" mientras "los otros" trajinan en la barbacoa. _zarlos ortiz