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:: almendruco genealógico

::cuenta mi padre que el día que murió mi abuela estuvimos en Toledo, al médico conmigo para lo de las botas de los pies planos. Estábamos comiendo en la granja donde mis abuelos, llamaron desde la casa de Revive, el alcalde, se puso mi abuela, le dijeron que bajaran que se había puesto muy mala su madre. Mi padre dijo de terminar de comer. Al final nos bajó Justo Marchena en su coche, (yo tengo recuerdos de bajar en un coche y a la altura del “Pato Rojo”, parar porque nos encontramos con alguien). Parece que cuando llegamos a la casa, salía el tío Casiano que le dijo: “No corráis que ya está muerta”. Mi padre se quedó helado. 

imagen::calber  /  Piedad Serrano Cabañas 15/08/18 - 18/05/73

:: almendruco genealógico

Trastatarabuelos (Braulio)

Blas Serrano (Yuncli) 

Gertrudis Olmedo (Yuncli)

   

Trastatarabuelos (Gregoria)

Román Ramos

Concepción Sánchez


Trastatarabuelos (Manuel)

Gerardo Cabañas Cabañas

Paula Bravo Bonet


Trastatarabuelos (Victoria) 

Manuel Franco Panes

Eleuteria Salas Ramos (Villalue)


Tatarabuelos (Guillermo)

Braulio Serrano Olmedo (Yuncli) 1845

Gregoria Ramos Sánchez


Tatarabuels (Dominga)

Manuel Cabañas Bravo 1851

Victoria Franco Salas 1850


Bisabuelos

Guillermo Serrano Ramos 10/02/1892

Dominga Cabañas Franco 03/08/1892

- Casados el 20/09/1916


Abuela

Piedad Serrano Cabañas 15/08/1918 - 18/05/73

oo 4 de la tarde 30/04/1942



:: tío félix

Nacemos solos y morimos solos, si lo pensamos bien, de alguna manera también vivimos solos, el tío Félix llevó esta idea consigo hasta el final. Este tiempo de “coronavirus” está azotando a la sociedad y a las persona, dicen que con una de las peores armas, la soledad. Y es cruel hasta el último momento, cuando no hay despedida física posible. Sin embargo existen hombres de otra pasta, una parte de mi familia es así y estoy aprendiendo muy de cerca que eso, es a veces un consuelo. Parece que hay personas que pueden tener cierto grado de control sobre cuándo fenecer, mi tío escogió abril para morir, como su madre. y a los 91, como su padre. Como dijo Dag Hammarskjold, diplomático sueco: “No busques la muerte, ella te encontrará. Pero busca el camino que hace de la muerte un cumplimiento”. En cierto modo al tío Félix la pandemia le ha venido bien, ha sido la excusa para poder irse en solitario, sin molestar a sus sobrinos. Un deceso tranquilo, dejándose ir en un lugar que no era su casa, porque, en cualquier caso, ya no iba a ser su casa. Ha hecho de ese trance un mero “cumplimiento” ha elegido este tiempo de soledad para perecer con prudencia, en la forma en que quiso vivir.

 
 imagen::calber (22 junio 1929 - 19 abril 2020)

Félix Sánchez Barahona nació la víspera de San Juan de 1929, fue el menor de 9 hijos: Manola, Pascasia, Isabelo (mi abuelo), Ángeles, Andrea, Francisco, Fernanda y Gonzala. A él le pusieron Félix porque se les acababan los nombres y por el santo, y a pesar de que no todos venían con un pan debajo del brazo, también por la felicidad. Su padre fue Alejandro Sánchez Bravo (1881-1972) y su madre, Cándida Barahona Ramos (1885-1973) de la que tengo vagos recuerdos; era una mujer voluminosa, vestida de riguroso luto, sentada en lo que yo imagino como en un trono, en el fondo de una sala, a la que acudíamos todos sus descendientes, en audiencia, como si se tratara de la matriarca de un clan en blanco y negro. Aquella casa, le quedó al tío Félix de herencia y allí vivió su larga vida de soltero, su corta vida de casado, y su larga vida de hombre separado, de hombre solo, de último eslabón de mi familia paterna. Estuvo siempre un poco lejos de nosotros, aunque en un pueblo el concepto “lejos” es relativo. Mi abuelo, su hermano, puso a uno de sus hijos su nombre, para él era una espina que llevaba clavada, y con ella se fue. Mi padre, a su manera tiene a su tío idealizado en su memoria, recuerda una infancia de jornadas de trabajo compartido, junto a él y a pesar de la dureza lo hace con cariño. Al final, no iba mucho a verle, en parte por dejadez y en parte por raza, porque es como él, de esa pasta, castellanos que no muestran sentimientos, que no dejan que se les note la emoción, así son también mis hermanos, que mantienen, esa herencia, esa línea sanguínea y vertical del afecto-contenido. 

imagen::carmen gómez sánchez, 8 años (hija de una sobrina nieta)

Hace unas semanas, acompañé a mi padre a ver a su tío, se encontraron, como si nada, como si estuvieran a punto de salir al campo a trabajar, chalaron del tiempo, como que se hubieran visto el otro día, y yo quise ver en sus ojos camuflados, restos de un pasado, brillos de emoción. El tío Félix vivía en la Residencia y no se quejaba, siempre enfrascado en una boina negra que era ya parte de su cabeza, congelado en su mundo, hablaba poco, le faltaban los dientes frontales, todo lo contó en su juventud toledana. Te recibía a su manera, con una sonrisa y decía que estaba bien de salud, ahí sentado en línea, pegado a la pared, un poco aparcado, casi como vivió, y era ese su estado natural, el que él eligió. El último día que nos vimos, le tiré unas fotos con mi padre, que se comprometió a una nueva visita. Él se sacó del bolsillo una nota manuscrita, yo emocionado pensé que sería una carta del pasado o un mensaje para descifrar. Eran unos números, resultó ser un cuadrante de los días que le tocaba guardia en la garita de la puerta, para que así fuese más fácil la visita. Le pedí que me lo regalara, él se quedó un poco sorprendido. Yo quería conservar unas cuantas letras de su puño, un resto de historia que pegar en mi agenda, una señal de vida. Él, más realista, me advirtió que no me fiara del papelito, porque era el calendario del mes pasado.

 imagen::calber
 
En alguna ocasión, intenté preguntarle alguna cosa de nuestra familia, a lo más que llegó es a enseñarme una foto de sus padres, que llevaba en la cartera, me la mostró con orgullo, como ofreciendo un trozo de corazón y dejando entrever una pizca de debilidad. Yo buscaba en el tío Félix alguna hendidura por la que descubrir más cosas de nosotros. Cuando le miraba veía en él al hombre que seré, una estirpe en su rostro. Era una sensación de deshubicación, con ojos extraños, como un hijo adoptado que se encontrara con su progenitor biológico. Él era mi abuelo, y mi padre, y hasta yo me veía reflejado doblemente: por tío y un poco también por la idea de hombre solo que le sobrevolaba. Un hombre sin descendencia que le continúe, que le acompañe en los tópicos de la existencia. Y sin embargo, vuelvo a encontrar en la figura del tío Félix un consuelo. Es un misterio cómo a lo largo de la vida las personas nos vamos quedado solas, dando igual el estado civil o la cantidad de gente de la que te hayas rodeado. En su caso, he comprendido que debemos aceptar que queramos hacer las mismas cosas en la muerte como las que hicimos en la vida. Así, igual que nacemos solos, morimos solos y es cierto que lo demás es ilusión, porque eso es la vida y también la muerte que nos acecha estos tiempos con más ímpetu. Y un día seremos nosotros mismos los que estaremos en soledad frente a la nada. Y ahora sí, descanse en paz el tío Félix.

:: árbol genealógico

::participación de calber en la sección REVERSIBLES: fotografía y poesía de Cosmopoética 2019. Una fotografía que dota de un nuevo significado al poema “árbol genealógico” de Estefanía Cabello
 
 
imagen::calber

Árbol genealógico

En las paredes del pasillo
un papel amarillento avisa
“árbol genealógico”.

La mancha nutre el centro
y se descompone por los márgenes,

llego al borde con mis dedos
y comprendo entonces
que el miedo tiene caminos
diversos y alargados.

Estefanía Cabello


📷 ☂  #poemasREVERSIBLES @Cosmopoetica. #Reversibles2019 #árbolgenealógico #poesíacreativa #fotografía #cosmopoética2019

+ witty fotos de calber aquí.

:: tío lejano

imagen:copia-regalo-de-prima-isabel

Esta es la Historia de Don Berto Fulfora. Todo viene porque he cogido unos cuantos kilos, en esta etapa en que estoy decorando mi casa nueva. Me dice mi médico que es por el estres, pero a mi me parece que es genético. Le pregunto entonces a mi abuela y me cuenta la historia de un tío lejano, muy hermoso, que fue indiano y también estuvo en la guerra de Cuba. El otro día, nos reunimos en una de esas cenas de familia que se llevan ahora, organizadas por "guasap", una prima de mi padre, que es muy ordenada, paso por el Registro y nos montó un árbol genealógico en el que aparece mi tío Berto como personaje ilustre. Nos regaló también una vieja foto en que se nos presenta el pobre tío Berto en todo su esplendor. Otra tía, ésta carnal, mencionó que ella conserva otra foto de Don Berto de un viaje que hizo a Honolulú, junto con un famoso músico llamado kamakawiwo´ole que pesaba más de 350 kg. Y hacia elucubraciones sobre si la obesidad pudiera haber sido contagiada por este personaje hawayano. 

Don Berto Fulfora como la mayoría de indianos regresó de las Américas muy rico. Y acrecentó su fortuna una vez instalado en España. Pasó grandes temporadas en México, de allí trajo el mantón de Manila un lienzo cuadrado de seda decorado en colores vivos con flores, pájaros o fantasías, y rematado con flecos de origen chino. Gracias a este hombre se hizo muy popular como complemento del vestuario femenino  y fue inmortalizado por pintores como Sorolla o Julio Romero de Torres. El mismísimo padre de Dali, Salvador Dalí i Cusí, abogado y notario llego a ser Consejero Delegado de su empresa "Fulfora S. A." Tuvo una vida muy plena. "En una vida, hay muchas vidas" solía decir mi abuela refiriéndose a él. Un buen día comenzó a crecer, a expandirse. Le diagnosticaron obesidad mórbida. Nadie en la familia sabe el porqué de su aumento de tamaño. Dicen en el lugar, que todo empezó con la primera palmera que plantó en la entrada de su casa. Un caserón que compró al volver  de las Indias. El cuerpo le crecía mientras la palmera no dejaba de morir. 


:: los tileses

 

imagen::nicolás barahona


Se deja el lugar de nacimiento, pero el alma de la tierra se lleva a cuestas y forma parte del bagaje que acompaña al hombre que marcha y también a sus descendientes. Pedro Martínez Conde y Juana Ruiz de la Peña, tuvieron que abandonar Baltanás, el pueblo palentino en que vieron la luz, situado en un alto, en medio del antiguo Valle de Atanasio. Como ellos, muchas familias tuvieron que superar la dramática situación social que experimentaba el país, en particular en las zonas de mayor atraso agrario. Casi toda la historia de la humanidad es la historia de la emigración. Ésta tuvo un fuerte impacto en la población castellana de principios del siglo XIX. En 1829 el matrimonio se trasladó primero a Torquemada, un pueblo vecino donde nació la pequeña Petra Martínez Ruiz. Cuando la niña contaba con seis meses embarcaron sus pertenencias con destino a los Estados Unidos esperando la ansiada prosperidad.

Mi abuela descendiente de estos hombres y mujeres, me habla de su valentía. A sus noventa y siete años juega con la memoria y con una caja oxidada que dormía en el desván. Guarda una foto antigua, con el árbol genealógico de sus tatarabuelos al reverso. Con emoción, ella escuchaba a su madre narrar los orígenes de una familia de comerciantes, que empezaron vendiendo tilas por los pueblos de Ávila y que llegaron con gran esfuerzo hasta Nueva York.

Desde la Edad Antigua, el desarrollo de la navegación, incidió en grandes desplazamientos de personas, que emigraban de su puerto de origen para establecerse en nuevos territorios. El comercio de especias fue motor de estos viajes. La tila se usó como remedio en la cura de diferentes afecciones. Esta pócima llevó a mis antepasados, hasta los muelles de Ellis Island donde desembarcaron para recuperar el futuro. “Los tileses” fueron protagonistas de un importante episodio, olvidado para muchos: familias de antepasados que tuvieron que exiliarse en busca de fortuna.

La historia de la emigración es el cuento de la tierra prometida, de la fuente de igualdad. Descubro mi pequeña historia que nació en el viejo valle de Atanásio y se forjó con vivos y muertos. La ruta natural de regreso a los orígenes, a la tierra que siempre llevamos consigo.