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:: carpintero

 
imagen::retrato de Amelia Ortiz

::en cada familia hay un artista, en mi familia hay varios. Está Marcos, su madre Amelia y el padre de ésta, que era carpintero. Un día al cambiar la puerta de la entrada de mi casa, encontramos dentro del armazón un hoja de madera que llevaba escrito a lápiz: “Esta puerta está hecha en el año 1.973 por el carpintero Cástulo Ortiz . Rocas 19-12-73”. Me sentí entonces como Lord Carnarvon en el Valle de los Reyes. El hallazgo renovó el interés del mundo occidental por la ebanistería. Siempre quise tener uno de esos cofres taraceados que mi tío hacía con rodajas de madera. Su hermano Teodorico también era artista, pintaba al óleo, junto a él asistí a mis primeras clases de pintura con Antonio Arias en París. He aquí un retrato que me hizo Amelia Ortiz cuando yo tenía 17 años. Siempre tendré 17 años en este retrato de mi querida prima Amelia.
 
 
Estudio II calber:: de izquierda a derecha, de arriba a abajo: 1.  ESTAMPA 22. DDR Art Gallery. Reproducción, Roger Sanguino - “Tutta effigies XVII y XVIII”, (Retrato resguardado XVII). Precio habitual  €25,000.00 cada figura 2. Reproducción. Renato Guttuso. Bottiglie, vecchia locandina in cornice, firmato Guttuso. 3. Proyecto retrato. Amelia Ortiz, lápiz sobre papel. 4. Escultura escayola “ángel”. 5 Portada de “Fuegos” de Ismael Serrano. La Bella Varsovia / Poesía 2019 6. Foto familia, primera comunión. 
 
En cada unidad familiar hay un carpintero, fabrica ataúdes
 
El padre fabrica su propia muerte. Se afana en la figura. Cuida la forma de los dedos. Los signos del desfallecimiento.
Estoy pensando qué me enseñó mi padre. Estoy recordando: no quise aprender nada.
Lo que no quería decir es: tendré siempre diecisiete años.
El padre construye los órganos del hijo a su semejanza. Se confía a la piedad.
El padre se construye dentro del hijo. En madera. Luego arde.

de Fuegos. La Bella Varsovia, 2019. Ismael Ramos. Premio Nacional de Poesía Joven 2022. El jurado ha destacado su obra 'Lixeiro’ por “la potencia de su imaginación poética, capaz de emprender un canto generacional entonado desde un desencanto reconciliado que conjuga ironía y nostalgia”

 

:: primera realidad

 
imagen::calber


Era un pequeño dios: nací inmortal.
                                                   Un emisario de oro
dejó eternas y vivas las aguas de la mar,
y quise recluir el cuerpo en su frescura;
pobló de un son de abejas los huertos de naranjos,
y en tomo a tantos frutos se volcaba el azahar.
Descendía, vasto y suave, el azul
a las ramas más altas de los pinos,
y el aire, no visible, las movía.
El silencio era luz.
Desde el centro más duro de mis ojos
rasgaba yo los velos de los vientos,
el vuelo sosegado de las noches,
y tras el rosa ardiente de una lágrima
acechaba el nacer de las estrellas.
El mundo era desnudo, y sólo yo miraba.
y todo lo creaba la inocencia.

El mundo aún permanece. Y existimos.
Miradme ahora mortal; sólo culpable.


Francisco Brines. “Mis dos realidades” de “Insistencias en Luzbel”, 1977


imagen::calber

«Detrás de tanta dilación estaba, en el fondo, su carácter a la vez perezoso y perfeccionista. Prefería la vida que la literatura, conversar que dormir, contemplar la belleza del mundo que escribir sobre ella. Por eso sus versos tienen el tono crepuscular de alguien consciente de la fugacidad de lo bueno, lo bello y lo verdadero. […] “Puesto que nunca podrás dejar de ser el que eres, secreto y jubiloso, ama”. Francisco Brines puso esta frase como frontispicio a El otoño de las rosas. Secreto y jubiloso, escribió un puñado de poemas memorables e hizo mejores a todos cuantos, poetas y no poetas, le rodearon». _ Extracto del Obituario a Francisco Brines. Por Javier Rodríguez Marcos
 

imagen::calber

:: quitasol


imagen:: calber,  “Quitasol para una Comunión” 30 Agosto 2020.

 
La originalidad  hay que buscarla en la espontaneidad con que hace aparecer la anécdota, la expresión de una cercanía al espectador que consigue con la variedad de figuras y  con las miradas de la joven que hace la comunión, que sonríe en un día tan especial al espectador, a quien hace cómplice de la celebración. El color es luminoso y contrastado de vivos tonos, como en el resto de los collages de calber. Destaca la luz de la estructura, dividida la composición en dos estructuras opuestas. La faz de los personajes que rememoran escenas costumbristas como la comunión frente al espacio en blanco que representa la inocencia.


 


El quitasol (1777) es un cuadro de Francisco de Goya conservado en el Museo del Prado y que forma parte de la serie de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara; para la serie destinada a la decoración del comedor del infante Carlos, entonces Príncipe de Asturias, en el Palacio Real de El Pardo. Goya elige una escena costumbrista dentro del ambiente del pueblo. Aparecen dos figuras, una jovencita vestida a la moda francesa, y un criado, «cortejo» —acompañantes de las mujeres casadas de elevada clase social (pastadas)— vestido a lo «majo». Se han señalado como fuentes de este cuadro obras francesas de estilo Rococó. Sin embargo, es Vertumno y Pomona de Jean Ranc, un cuadro de estilo Neoclásico, el que más a menudo se ha citado como antecedente del Quitasol.  Ranc fue uno de los pintores que trabajó para los primeros borbones españoles


:: comunión

La pequeña hostia consagrada se posó sobre mi lengua tierna por primera vez, y una idea paralela alcanzó con suavidad mi cabeza, justo en ese instante visualicé a toda la gente que estaba pensando en mi sin yo saberlo. No mi familia, que me acompaña complaciente en el día más feliz de mi existencia. Reflexionaba sobre las personas que me había encontrado en mi corta vida y sobre las que yo, de manera inconsciente, había dejado una marca que les hacía recordarme, mencionarme o tenerme en cuenta en situaciones inconexas, en circunstancias lejanas, en espacios íntimos. 

“Como una blanca azucena, lo mismito que un jazmín mi niña va hacia la iglesia, a la iglesia de San Gil. Ha cumplido siete años, y va a recibir a Dios, mi niña toma rezando, su Primera Comunión”. Es sugestivo como las canciones reflejan el futuro. La ilusión es un símbolo, todas las princesas vivimos los preparativos con emoción. Lo blanco recuerda la pureza del bautismo. Mi habitación nívea es un templo. Sobre la cama hay un tesoro, el vestido, espléndido y opaco, medias veladas, las enaguas voluminosas que dan cuerpo a la falda y dos pequeños guantes largos que representan la larga renuncia a las tentaciones del pecado. De este probador surge en mí una conciencia dual, yo cortada en dos, Me veo gris, mixtura de lo blanco y una oscura y moderna realidad.

Tras la eucaristía, nos pidieron que contáramos la experiencia. Enumeré conmovida que todo fue fantástico, me noté llena de paz porque me había confesado, después me dormí y me levanté temprano para vivir el sacramento. Con la comunión cambió mi ser, también mis amigos se volvieron más buenos. Me sentí nerviosa por recibir su cuerpo y su sangre. Y un minuto después estaba muy feliz. Ese momento quedó grabado en mi corazón. En verdad lo que les dije en voz alta no era exacto, yo experimenté algo más ambiguo, sentí a gente desconocida, que me amaba en secreto, y eso era lo más bonito que me pasó, mientras la oblea se derretía sagradamente bajo mi paladar.

Un siete de mayo brillante, un día nuevo para mi, el de mi Primera Comunión. Aunque en apariencia es el azar que nos conduce hacia extraños lugares, sin duda, nada tiene de casual. Todo es producto de un plan preconcebido que te apremia a escoger el lado de la balanza hacia el cual quieres inclinarte. Mayo y sus cosas buenas, un ritual hacia mi aventura adulta. Un acto de fe de una reciente mujer eximida de obedecer los dogmas que parecen intactos, toda una vida. Comulgué dichosa y en el altar mi niñez se hizo un túnel. Y así en un instante mi infancia terminó. 

:: tarjeta de comunión

~ No sé cómo puede vivir quien no lleve a flor de alma los recuerdos de su niñez.  Miguel de Unamuno. Dedicatoria de «La Arboleda Perdida» de Rafael Alberti 

:: un recuerdo. La visita de Alberti a Toledo. A principios de los ochenta, cuando acudió a la inauguración de la lápida que conmemoraba el centenario del nacimiento de Alberto Sánchez. Visitó también un instituto de BUP ataviado con una de sus camisas hawaianas.

~ La Arboleda Perdida LIBRO PRIMERO 1902-1917 
En la iglesia de las Carmelitas la misa era cantada, con una plática preparatoria para los que íbamos a comulgar por primera vez. Éramos pocos. Unos cinco. Yo, quizás, el mayor de todos. Para dar ejemplo a los alumnos más chicos, oímos la misa de rodillas, sin levantar los ojos del devocionario, cayendo a veces en una profunda meditación, que hacíamos más profunda apretándonos la nariz con el libro, hasta casi no poder respirar. La plática, a tono con lo que una inteligencia de cura piensa que un pobre niño en ayunas puede comprender, debía ser larga y llena de necedades, porque empecé a olvidar que aquél era el día más feliz de cuantos me esperaban en el mundo, mientras un aburrimiento mezclado de hambre me hacía bostezar varias veces de manera poco edificante. Mas como por culpa del sermón ya no podía meditar, perdiendo el recurso de cubrir aquel abridero de boca con el devocionario, tuve que escoger un aire de niño impresionado por las palabras del sacerdote, encajando la cara entre las manos y tapándome con los pulgares los oídos. El hambre seguía cosquilleándome, subiéndome de los bolsillos por las mangas un aroma a chocolate verdaderamente satánico. Cuando al cabo de yo no sé qué tiempo el sacerdote terminaba su plática diciendo: «Y ahora, queridos niños, preparaos para recibir al Señor», mi mano izquierda, pretendiendo ignorar lo que ya la derecha acababa de hacer, se disponía a pelar de su papel de plata la segunda onza, cuyo aroma infernal se hacía cada vez más irresistible. De este sacrilegio, a pesar de los remordimientos que me espantaron el sueño durante muchas noches, no se enteró nadie. Jamás me acusé de él a confesor alguno. No sé si desde entonces he vivido en pecado mortal.

magen:nicolásbarahona


:: tarjeta de comunión de los setenta. Ilustración de Domenec Bladé i Pinyol, dibujante catalán nacido en 1945 en Rasquera. También ilustrador y fotógrafo, dibujó en "Héroes bíblicos" y "Los detectives J20".