A little more about me…
Piscina de verano - Arturo Inclán
Piscina de verano - Arturo Inclán
En verano, la piscina es mi sueño,
un espejo de agua, pura realidad,
donde infancia y familia en armonía,
se funden en risas, en dulce alegría.
Sus aguas reflejan un mundo pequeño,
un instante de paz, pura claridad,
metáfora viva de la vida misma,
que en cada chapuzón renace y brilla.
En los días calurosos, sin tormenta,
la infancia se revive en cada ola,
la familia unida, en la corriente,
y en su fondo, la vida se descolora,
pues el tiempo pasa, la memoria cuenta,
que en esa piscina, el alma se consola.
Piscina de verano - Arturo Inclán
Era un cálido junio de verano en el crisol del tiempo, dos historias se deslizan, invisibles, paralelas. Durante varios días, navegaron por aguas cristalinas, admirando paisajes de ensenadas escondidas, pueblos pintorescos y ciudades llenas de historia como Barcelona, Cagliari, Nápoles, Roma, Génova y Marsella. La familia Sansan navega en el vasto susurro del Mediterráneo occidental, sus hijos risueños lanzando barcos de papel al vaivén de las olas, sus nietos enredados en juegos que parecen eternos. La cubierta vibra con risas, con el eco de historias que el mar se lleva y trae, mientras el sol se desliza en un cielo que no termina, y la vida se despliega en horizontes que solo el agua puede contener.
A pocos kilómetros, en un balneario de Albacete, la familia Sangar, los abuelos se refugian en la quietud de un tiempo detenido. La tierra seca sus manos, los días se diluyen en el olor a azahar y a agua termal. La estancia es un refugio de recuerdos, de historias que se cruzan en las arrugas, de silencios que hablan en la lentejuelas de la memoria. Allí, el sol se filtra a través de ventanas cerradas, y el silencio es un río que no conoce olas, solo remolinos de años y de calma.
Ambos viajes, diferentes en espacio, iguales en esencia: la búsqueda de algo que no se puede ver, la continuidad del tiempo que se escurre entre risas y suspiros, entre mares y jardines secos. Y en esa simultaneidad, en esa distancia, uno siente el latido de la familia, el eco de la tierra, y en el otro, la quietud de los abuelos, la historia que aún se despliega en cada arruga, en cada suspiro. Dos historias, dos viajes, un mismo tiempo, un mismo deseo de pertenecer a algo más grande que uno mismo. _ Arthur Inclán
Una mano invisible
acaricia calladamente
la pulpa triste
de los mundos rodantes.
Alguien, a quien no comprendo,
me macera el corazón
de dulzura.
En la nieve de agosto
se abre el sol
—sonrisa precoz de la primavera—
la flor del duraznero.
Tendida en el filo ocre
de la sierra,
una helada
Sierra - Alfonsina Storni