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:: Velintonia

Ese chalecito íntimo, lírico y burgués por el que varias generaciones de poetas pasaron. Ermita laica donde un hombre recostado en un diván sonreía a todos, leía a todos, comprendía a todos. _Francisco Umbral 

Entre las paredes de Velintonia, 3 escribió la mayoría de su obra Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo (Sevilla,1898-Madrid,1984) poeta de la Generación del 27. A lo largo de los años recibió el Premio Nacional de Literatura en 1934 por La destrucción o el amor, el Premio de la Crítica en 1963 por En un vasto dominio, y en 1969, por Poemas de la consumación, su consagración definitiva fue el Premio Nobel de Literatura en 1977. Vicente Aleixandre llegó a Velintonia con su familia en 1927 y residió allí hasta su muerte. Con el tiempo pasó a ser conocida como “La Casa de los Poetas”. Representa un lugar de encuentro de las diferentes generaciones literarias del siglo XX, fue inspiración de artistas célebres como  Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre, Miguel Hernández o Jaime Gil de Biedma. De muchos de ellos dejará escrita una semblanza en 1958, en su libro Los encuentros, donde refleja lo que sintió la primera vez que los conoció.

imagen::calber

Adolescencia 

Vinieras y te fueras dulcemente, 
de otro camino 
a otro camino. Verte, 
y ya otra vez no verte. 
Pasar por un puente a otro puente. 
-El pie breve, 
la luz vencida alegre-. 

Muchacho que sería yo mirando 
aguas abajo la corriente, 
y en el espejo tu pasaje 
fluir, desvanecerse.                         Vicente Aleixandre


::muchacho que sería yo leyendo, aprendiendo a leer en esos libros marrones de la editorial Santillana, esos libros de Senda, esos libros plateados multimedia o digitales. Muchos de ellos guardados en los trasteros, en cajas, junto a carpetas, tacos de apuntes, viejos cuadernos cuadriculados repletos de dibujos, de notas, de garabatos. Pilas de documentos que serán inventariados por nuestros descendientes, clasificados para ingresar en el museo municipal o familiar, en el peor de lo casos separados entre el contenedor azul o amarillo de la eternidad. Esos libros de adolescencia, repletos de escritores, de versos o canciones populares, de ilustraciones que incentivaron nuestra creatividad. Las primeras lecturas de los primeros pequeños poemas inventados. Toparse con esos libros, es como entrar en las casas que habitaron los poetas, que sonríen a todos, leen a todos, comprenden a todos.

:: un jardín

imagen:calber

Yo conozco un jardín donde es, callado, el amor. A él se accede por una vereda salvaje para caminar. Hay un esfuerzo en la entrada, en la profanación. Sobre el jardín hay un arco, toda la casa es una cúpula, bajo ella hacemos vida la familia. Mi casa está descontextualizada, porque parece un palacete árabe en medio del desierto. Es calurosa en verano y fría en invierno, para ahuyentar a las visitas. Es una falsa mezquita con un aparato roto de viento a cada costado.

Cuando hay luna llena, alrededor de la medianoche la casa no deja de ser una cárcel, con verjas verticales y negras. Bajo el cielo de bóveda se puede ver alguno de sus habitantes que recorren en silencio lentamente la llanura. Mi casa tiene dos pináculos, a modo de iglesia evangélica, es una casa multidisciplinar que refleja todo lo que hemos viajado. Y también es un frontispicio minimalista, un lienzo en blanco, a punto de ser grafiteado. Mi casa merecería ser aquella, que pequeño oso está buscando para formar su mundo mágico. Ha sido concebida como las casitas de cuentos que parece que ponen caritas. Mi casa, ahora que la miro fijamente es un gatito bizco. ¡No me digas que no! 

Si excavas en el patio de mi casa encuentras seguro un tesoro, o el cadáver de algún asesinato pasional. Cada corredor lateral es una terminal que se conecta con tu móvil o tablet por bluetooth. Afuera, en el jardín los insectos se balancean sobre las briznas de hierba que para ellos son tan grandes como bambúes. 

En el jardín de mi casa hay un bosque de hierbas salvajes, uno minúsculo donde es callado el amor. Es una playa perdida, un campo de verduras y frutas, un vergel. El patio de mi casa es igualito al de los naranjos de la Alhambra, pero en restauración. Hay una columna de humo que en otra época fue una fuente bereber y que se ha incendiado porque el planeta se revela. Por todo esto, la casa se eleva sobre las ruinas y nos ofrece entre sus brazos el amor.