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:: ombligos

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Escribí dos resúmenes, salí a comprar puré de patata, conecté Spotify, Focus Jazz, sonaba Annie Berenson, tomé cava brut natural, maté una cucaracha con lejía, me asomé por la rendija de la ventana para ver el exterior y de pronto sentí caer sobre mí toda la tristeza mala del mundo.  ¿Qué hacía allí, San Juan Deluxe, en ese final de viernes hoguera, solo, mirando el aparcamiento en cicatriz, con tan pocas ganas de vivir? ¿Dónde el vínculo que nos unió a las madres, la jubilosa amistad, el goce duradero? Pronto 48 años y sigo hablando conmigo mismo, dando vueltas en torno a mi ombligo, roído por la confusión, a la espera de regresión espontánea. Paralizado, tenso, hueco, como un saco roto en el más minúsculo agujero del océano, mi propio cerebro. (calcado de Prosa apátrida 169 de Julio Ramón Ribeyro. Visto en el muro de León Plasencia Ñol)


imagen::calber. Recuperada del pasado verano 4 cicatrices redondeadas y arrugadsa que se formaron en medio de los vientres tras cortar el cordón umbilical. El modo de formarse esta cicatriz dio lugar en otros tiempos a controversias para saber si era racional representar con ombligo a dos evas y dos adanes.

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Escribí dos cartas, salí a comprar algo para la comida, puse una cantata de Bach en el tocadiscos, tomé un vaso de vino, encendí un cigarrillo, me asomé al balcón para ver el atardecer y de pronto sentí caer sobre mí toda la tristeza del mundo. ¿Qué hacía allí, Dios mío, en ese final de sábado, solo, mirando la plaza mutilada, con tan pocas ganas de vivir? ¿Dónde el cálido amor, la jubilosa amistad, el goce duradero? Pronto 48 años y sigo hablando conmigo mismo, dando vueltas en torno a mi imagen doblegada, roída por el orín del tiempo y la desilusión. Helado, seco, hueco, como una lápida en el más minúsculo cementerio serrano, mi propia lápida. 

:: costilla de Adán

En primavera, la temperatura sube, el aire se humedece, brotan nuevas hojas en los árboles y las flores se abren. ¿Qué hacer con tu vida si eres influencer en primavera? He aquí la respuesta: una Costilla de Adán (Monstera Deliciosa) en el rincón más cuidado de la casa se ha convertido en una estampa casi viral en redes sociales. La fotogénica planta trepadora, procedente de selvas tropicales mexicanas, es la reina del interiorismo e Instragram, y aunque es una planta fácil de cuidar, que no da muchos problemas, es posible que, si no sabes mucho del tema, te esté resultando un reto.

imagen::nicolás barahona. Living room set up: Costilla de Adán junto a una bandera pirata y una reproducción de “triángulo ocre” 1986 de Eduardo Sánchez-Beato. Feliz con la Deliciosa, ready para lucir en Instagram

Para mejorar mi faceta “monstera” he asistido recientemente a un taller de Interiorismo vegetal, impartido por Rosario Ortiz, alma de “Jardín Villa-Mari” que organiza en su patio periódicamente cursos y talleres sobre cuidado de plantas Tras la sesión cada uno de los participantes recibió un maravilloso regalo: Una frondosa Costilla de Adán y un manual de supervivencia. “Hacer un trasplante es como someter a una planta a una operación de corazón abierto”, compara Rosario. “Entonces hay que hacerlo en las condiciones más óptimas, por eso es mejor realizarlo en primavera”. Asistir a esta sesión nos ha hecho mirar con más atención aspectos de nuestras amigas las plantas que atraviesan transversalmente el proyecto vegetal. Rosario nos dejó algunas preguntas abiertas, a modo de conclusión para que mantengamos la Costilla de Adán más sana y bonita jamás vista. Preguntas que siguen manteniéndose abiertas, que nos preocupan y de las que nos gustaría seguir hablando en en el proceso de crecimiento de nuestra planta: 

¿Qué significan la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad en la primavera? ¿Qué punto de la casa es mejor para colocar la planta, para evitar tensiones? ¿Qué significa aprender a cuidar por relaciones?  ¿Cuánta agua necesita? ¿Qué hacer con las raíces aéreas o si le han salido manchas en las hojas? ¿Qué significa una plantación performativa, hoy, cuando todo es performativo? Contestar a estas preguntas sobre nuestra propia experiencia con la Costilla de Adán supone siempre un doble reto, un ejercicio de revisión y reacercamiento a las posiciones que ocupamos como influencers y amantes de las plantas.