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:: los pájaros que se quedan

No es morir lo que duele más─
es vivir ─lo que más nos duele─
pero morir ─es un modo distinto-
de esos detrás de la puerta─
la costumbre sureña ─del pájaro─
que a la llegada de los fríos─
mejores latitudes acepta─
somos los pájaros –que se quedan.
Los trémulos junto a las puertas del granjero
cuya reluctante migaja─
estipulamos ─hasta la piadosa nieve
persuade a nuestras plumas cobijarse.
Emily Dickinson. Recogido en: Poemas (35)
Traducción de Silvina Ocampo
imagen:rosario ortiz

Poema original en inglés:
«Tis not that Dying hurts us so…»
Tis not that Dying hurts us so…
‘Tis Living – hurts us more –
But Dying – is a different way –
A Kind behind the Door –
The Southern Custom – of the Bird –
That ere the Frosts are due –
Accepts a better Latitude –
We – are the Birds – that stay.
The Shiverers round Farmer’s doors –
For whose reluctant Crumb –
We stipulate – till pitying Snows
Persuade our Feathers Home

imagen:calber

No es que morir nos duela tanto es un poema de Emily Dickinson en el que nos muestra su pensamiento hacia la muerte, algo coexistente a la vida, no un castigo de Dios, no es dolor. Nos transmite que el dolor, como dice textualmente, lo sufren “los pájaros que se quedan” ::y cuando ella se fue un 15 de septiembre de 1976 su madre se quedó bajo un manto de nieve.

:: bastante luz

Llegó una luz llena de amor a mi oscuridad (García, 2023)

imagen::calber

“Concédeme, para seguir mejor el razonamiento, que exista en nuestras almas una tablilla de cera apta para recibir impresiones, en unos más abundante y en otros en cantidad menor. Concédeme que esta cera sea en unos más pura, en otra más impura, y en algunos todavía más dura o mas blanda, o moderadamente participe de estos estados… Afirmaremos naturalmente que este es un don de la madre de las Musas, Mnemosyne, ya que para esto, cuanto deseamos recordar de todo lo que hemos visto, escuchado o pensado, viene a modelarse en nosotros, como señal de anillos, que imprimiésemos en nuestro ser, en esa cera que ofrecemos a las sensaciones y a los pensamientos. Lo que se imprima en nosotros, eso sí que podrá ser recordado y conocido mientras persista su imagen; en cambio. lo que se borre o no logre una buena impresión, eso será olvidado y desconocido en adelante.” PLATÓN, Teeteto. Diálogos, vol. V, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1988. p 15-24. )

:: dolor

 
”dolor” ::by calber basada en foto del álbum familiar, bautizo*46  GSG (26 mayo 1976 - 15 septiembre 1976) 
 
P. En La hora violeta narras la enfermedad y fallecimiento de Pablo, tu primer hijo. El libro tiene ecos y referencias directas a Mortal y rosa, de Francisco Umbral. No sé si esto es una pregunta personal y literaria, pero ¿cómo se articula un proceso creativo con tanto dolor?
R. Umbral se encontró con la enfermedad de su hijo mientras escribía sobre otra cosa; tuvo que incorporarlo, y el libro se transformó. En mi caso, aunque el libro tiene a veces aspecto de diario, empecé a escribirlo al poco de morir mi hijo. Está escrito muy en caliente, son recuerdos que desordeno: cambio la cronología, hago elipsis. Juego mucho con los silencios y las zonas de sombra. Para mí, escribir La hora violeta fue una forma de vivir el duelo en paz, porque sentía que vivía en un mundo que no me dejaba expresar mi tristeza, ni vivirla como me diera la gana. Y me aproveché del prestigio inmerecido que tiene la literatura para poder encerrarme en ello. Si en lugar de encerrarme a escribir me hubiera encerrado a beber, probablemente me hubieran llevado a Alcohólicos Anónimos, pero como estaba haciendo algo que se supone que es digno, me dejaron tranquilo. Fue una estrategia y por eso alargué mucho la escritura, porque me recreé mucho en el dolor. Es un ejercicio que, si no lo explicas bien, puede resultar masoquista. Fue una forma de intentar vivir lo más intensamente posible -porque eso es lo que provoca la literatura- un dolor del que la mayoría quiere huir. Mi temperamento es el contrario. Yo necesitaba vivir esa experiencia de honrar a mi hijo, y de conocer lo que me estaba pasando. Y tenía la ventaja de que encerrándome a escribir nadie venía a darme ánimos, que era lo que más me reventaba en ese momento, o a decirme que el tiempo todo lo cura. Si en ese momento, en que tenía una rabia tan intensa, hubiera venido alguien a mi casa a decirme eso, le hubiera reventado la cabeza. Esas pulsiones homicidas las reconduje a través del libro, a través de la carta de amor.

P. Una de las cosas que dices es que no quieres dejar de sufrir.
R. Sigo haciendo mías todas las frases del libro, y lo único con lo que no me identifico es con cierto sentido del pudor que me llevó en algunas ocasiones a pedir disculpas por lo que estaba contando. Eso sí que ha cambiado, ya no siento la necesidad de pedir perdón por lo que escribo ni por lo que digo. Pero sí, está la idea de perpetuar el dolor. Me siento un poco desdoblado porque es un estado anímico que me acompaña siempre. Y a mi mujer también. Nos acompaña siempre, pero no nos impide estar en el mundo, fingir que somos normales. Procuramos mantener viva esa llama, sin ser personas de ritos. Nuestro hijo sabe perfectamente la historia, ve las fotos y es una presencia que está en su vida, porque forma parte también de su historia.

Sergio del Molino habla con David Mejía sobre su obra y cómo esta se entreteje con su vida y su mirada política . THEOBJETIVE. Publicado: 04/09/2022

:: la carta de Scott

La Paix, Rodgers’ Forge
Towson, Maryland
22 agosto, 1933
 
Querida:

Me siento muy orgulloso de que cumplas con tus obligaciones. ¿Me puedes dar un poco más de detalles acerca de tus lecturas en francés? Me da gusto que te encuentres feliz pero nunca he creído mucho en la felicidad. Nunca creí tampoco en la miseria. Esas son cosas que ves en el escenario o en la pantalla o en las páginas impresas, no suceden realmente en la vida.

En lo único que creo en la vida es en las recompensas por la virtud (de acuerdo con tus talentos) y los castigos por no cumplir con tu deber, que son doblemente costosos. Si hay tal volumen en la librería del campamento, pregunta a la Sra. Tyson que te deje buscar un soneto de Shakespeare que contiene las líneas: “Lillies that fester smell far worse than weeds”. [Las lillis que se pudren huelen mucho peor que la maleza]

Pienso en ti, y siempre con cariño, pero voy a tomar al gato blanco y le voy a dar nalgadas fuertes, seis veces por cada vez que seas impertinente. ¿Reaccionas a eso?...

Tontamente, concluyo. Cosas de qué preocuparte:
Preocúpate por el valor
Preocúpate por la limpieza
Preocúpate por la eficiencia
Preocúpate por la equitación
Preocúpate por …
 
Cosas para no preocuparse:
 
No te preocupes por la opinión popular
No te preocupes por las muñecas
No te preocupes por el pasado
No te preocupes por el futuro
No te preocupes por crecer
No te preocupes porque alguien te aventaje
No te preocupes por el triunfo
No te preocupes por el fracaso a menos que sea tu propia culpa
No te preocupes por los mosquitos
No te preocupes por las moscas
No te preocupes por los insectos en general
No te preocupes por los padres
No te preocupes por los niños
No te preocupes por las decepciones
No te preocupes por los placeres
No te preocupes por las satisfacciones
 
Cosas qué pensar

¿Qué estoy buscando realmente?
¿Qué tan buena soy en comparación con mis contemporáneos en cuanto a…?
(a) erudición,
(b) ¿realmente entiendo a las personas y soy capaz de llevarme bien con ellas?
(c) ¿estoy tratando de hacer de mi cuerpo un instrumento útil o lo estoy desperdiciando?
 
Con el amor más cariñoso

Papá


La relación epistolar más sincera que Francis Scott Fitzgerald sostuvo con alguien durante el eclipse de su existencia, fue con su hija Frances. Entre 1933 y 1940, el escritor ocupó varias horas al día para redactar cartas en los que volcaba las esperanzas y desengaños que su querida Scottina. La joven corresponsal tenía once años. Nada quedó fuera en estas conversaciones de papel: la calamidad económica del padre; los avances y tropiezos médicos de Zelda, la madre; los consejos de escritura; las recomendaciones para el plan académico que la hija debería seguir; los planes para Navidad. Mientras el alcohol y el fracaso empezaban a dar sus devastadores frutos, él le escribía estas amorosas cartas a su hija.

En su carta más conocida, Fitzgerald le enumera a su hija (entonces aún en edad escolar) una serie de cosas de las que debe preocuparse y de las que no. “Preocúpate del coraje, de la higiene, de la eficacia, de la equitación... No te preocupes por la opinión de los demás, por las muñecas, por el pasado, por el futuro, por hacerte mayor, porque alguien te supere, por el triunfo, por el fracaso, por los mosquitos, por las moscas, por los insectos en general, por los padres, por los chicos, por las desilusiones, por los placeres, por las satisfacciones...”. La carta, toma otro carácter si la leemos en el contexto de la biografía de Fitzgerald. Fue escrita un año después de que la madre de Frances, Zelda, fue hospitalizada por esquizofrenia; siete años antes de que F. Scott muriera de alcoholismo y en un momento en el cual él peleaba con Zelda por la autoría absoluta de su vida juntos, o lo que él llamaba “su material”. Es, en definitiva, una carta categórica que se escribió a sí mismo.


:: rostro

 
imagen::calber. f*gsg_26_may_76  

 

Eras radiante como un astro nuevo.


Te amaban tus hermanos y tus padres.


Tus amigas te abrazaban en las fotos.
 

Y, sin embargo, me duele
 

que ahora duermas
 

transformada en la ceniza
 

que reposa sobre el mueble de madera,
 

junto a un ángel pequeño
 

y un retrato de tu rostro hermoso.
 

Tú, que fuiste lo que yo más quise.


Fragmento de “Lo que yo más quise”
del libro «El don de la batalla»
de María Luisa Mora


:: los ojos

del retrovisor
 
Los dos nos hemos ido acostumbrando, Joana,
a que esta lentitud,
cuando, al bajar del coche, apoyas las muletas,
despierte a los cláxones y su insulto abstracto.
Me hace feliz tu compañía,
la sonrisa de un cuerpo tan lejano
de lo que siempre se llamó belleza,
la penosa belleza, tan distante.
Yo la he cambiado por la seducción
de la ternura iluminando el hueco
que la razón dejó en tu rostro.
Cuando me miro en el retrovisor
veo unos ojos que no reconozco,
pues brilla en ellos el amor dejado
por las miradas, y la luz, la sombra
de todo cuanto he visto, y la paz que
refleja tu lentitud, que está dentro de mí.
Tan grande es su riqueza que no parece
que estos ojos del espejo puedan ser los míos.


imagen::calber
 

Els ulls del retrovisor

Ja estem acostumats els dos, Joana,
que aquesta lentitud,
quan recolzes les crosses i vas baixant del cotxe,
desperti les botzines i el seu insult abstracte.
Em fa feliç la teva companyia
i el somriure d’un cos que està molt lluny
del que sempre s’ha dit de la bellesa,
la penosa bellesa, tan distant.
L’he canviat per la seducció
de la tendresa que il·lumina
el buit deixat per la raó al teu rostre.
I, quan em miro en el retrovisor,
no veig uns ulls senzills de reconèixer,
perquè hi brilla l’amor que hi han deixat
tantes mirades, i la llum, i l’ombra
del que he vist, i la pau que reflecteix
la teva lentitud, que és dins de mi.
És tan gran la riquesa que no sembla
que aquests ulls del mirall puguin ser els meus.


Joan Margarit (1938-2021)
Poema inclòs a l’antologia Els primers freds
POESÍA, 1975-1995

 

:: mi hija

imagen:nicolásbarahona

Una hija es un motor, me lo dijo la prima de mi padre, la soltera. Mi hija es una niña que no da nada de guerra. Mi hija es un deseo, una alegría. Mi hija a veces me provoca frustración, pero ella no es la culpable. Mi hija me enseña tantas cosas, me da tanto, es lo mejor que tengo. Mi hija es mi vida. Mi hija es un animal consentido, es una madrastra, una niña que prepara cada día su primera comunión. Mi hija caza pokemons. Mi hija es una excusa para pensar. Mi hija está en Tailandia y en Yakarta, ya en el aeropuerto. Mi hija se va de festivales poéticos, de rock, naturistas, o naturalistas. Mi hija piensa que nunca cobrará la jubilación, bueno eso lo piensa más su madre. Mi hija no tiene este verano nada que ponerse. Mi hija ha pasado el puente en un hostel del norte, con baños compartidos. Mi hija va a montar a caballo, la dueña está desequilibrada. En la casa de verano no hay habitación para mi hija, se llena primero con otros hijos. Mi hija me adora, me quiere por momentos, le encantan los libritos que le hago a mano y llenamos con dibujos. Mi hija tiene mucho que aprender, pero no tiene ni ganas ni tiempo. Mi hija necesita un ordenador con un procesador más potente. Mi hija ya está nerviosa y pendiente de los libros del próximo curso. Mi hija está ilusionada con las arras y el vestido, va de boda este verano. Mi hija sobre todo piensa que siempre tiene razón. Mi hija es pieza fundamental en la familia, diría que la familia se configura en torno a ella. Mi hija adora a los animales, y a veces a las personas. ¿Cuánto se tarda en educar a una hija? Mi hija es un primor. Mi hija está en mi corazón. Mi hija está ahora también aquí, donde mantengo las cosas, que un día serán suyas, juntas.

:: hija

Hubo una vez una niña 
en la cabeza eterna de Eva.
Nació en el patio breve de la infancia
donde se desvanecen los juegos.

Al otro lado del bosque
la madre conoce a Milton,
sin saberlo, el sufrimiento;
un dolor en el vientre del lobo.
La violencia tiene dientes grandes.
Hay una gema rosa en un árbol,
un jardín muerto sobre la mesa,
en el pasillo huele a preguntas,
a vecina mineral que llora.
La hija tiene sed,
el sueño se ahoga en un estanque.

La alegría es una criatura
inmaterial
que si no está, te devora.
Hueco y cazador descansan,
el ángel vigila,
evocan paraísos mutilados.

Otra mujer regresa, desea menos,
lo que perdió es su destino.


::carlos sánchez alberto, a esa gema que hoy veintiséis sería treinta y nueve


Litografía para el "Paraíso Perdido de Milton" de Gustavo Doré