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:: uno y tres

imagen::calber

Tres y uno. Semana de conmemoración, en el reflejo de Tasmania, donde el sol quema sin remedio, una niña desaparece en el viento. El pontífice, en su silencio, mira las estrellas, buscando respuestas en el cielo, mientras ella se disuelve entre dunas y sueños, una sombra que se escapa entre las manos del tiempo. Vestida con su disfraz, rojos que cantan en la tierra lejana, como un eco de tierra en la arena austral, una figura que se funde con la nada, una presencia que nunca fue. Y en esa soledad, en ese silencio, el mundo se vuelve un relato incompleto, una imagen que se desvanece, como una palabra que se pierde en la arena, como el ángel que desaparece, como el apóstol que observa, como la niña que juega a disfrazarse, que solo queda en la sombra de la memoria. _Arturo Inclán

:: nubes

«No hay un orden en las nubes, ni en la pena. Qué mal se lleva el dolor cercano. En estos momentos nos acordamos de tantas anécdotas vividas con él, desde pequeños, en meriendas, en jornadas de campo, en familia. Toda una vida juntos. Carmelo era la alegría, siempre con sus ocurrencias, sus bromas, la alegría de la huerta, nunca mejor dicho. Era un hombre especial, y así lo recordaré, convencido de que ha pasado a mejor vida entre las nubes» Guillermo Sánchez. A Carmelo Magán in memoriam.
 
imagen:: nicolás barahoha. Intervenida por calber

 

El orden de las nubes

No hay un orden en las nubes.
Se generan de un modo azaroso,
se juntan o se separan
según soplen los vientos.
A veces forman siluetas curiosas
o crean un espectáculo admirable
en función de la luz que reciben.
Los expertos las clasifican por formas
y predicen su comportamiento
sin demasiada precisión.
Unas se quedan donde nacieron
y otras viajan miles de kilómetros.
Algunas provocan tempestades
o violentas inundaciones
mientras otras caen suavemente,
pero todas permanecen en la flor,
el arroyo, el trigal o el bosque
cuando ya nadie recuerda su forma.
Con las personas pasa lo mismo.

Pepe Ramos. A Rodrigo Córdoba in memoriam.