Mostrando entradas con la etiqueta illescas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta illescas. Mostrar todas las entradas

:: Greco - Prado - Illescas

imagen::calber
 
Unas obras de acondicionamiento han permitido que el Museo Nacional del Prado se convierta en anfitrión de las cinco pinturas del Greco que se conservan en el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad de Illescas (Toledo). El Prado nos ofrece la oportunidad extraordinaria de contemplar en la sala 9 B, hasta febrero de 2021, el fundamental conjunto de pinturas realizadas por el Greco para este templo, entre 1600 y 1605. Se trata de una ocasión única (qué maravilla para un toledano poder decir: "yo estuve allí") para cotejar un conjunto esencial de la producción final del pintor, caracterizada por el completo desinterés por las convenciones espaciales, el uso de modelos alargados y llameantes, creados con pinceladas cada vez más deshechas y vibrantes, un cromatismo reducido y una iluminación relampagueante.

 ⦿ San Ildefonso


Fue uno de los santos más venerados y representados de Toledo, donde fue obispo entre 657 y 667. Escribió un tratado en defensa de la virginidad de María. Se considera además que fue dueño de la talla de la Virgen de la Caridad. Los dos hechos están presentes en esta original obra que el Greco convirtió en una realidad cercana y palpable que acontecía en la misma época del encargo. La técnica fluida y llena de matices, así como el contenido cromatismo hacen de esta pintura una de las más refinadas del Greco en esas fechas. 


⦿ La Virgen de la Caridad


El Greco recuperó una iconografía medieval para representar a la Virgen como protectora de los fieles, seis caballeros vestidos según la moda del momento. El de la derecha se ha identificado con Jorge Manuel, hijo del pintor, que también firmó el encargo y que tal vez participó en esta pintura, de tratamiento más esquemático. Estas figuras fueron criticadas por los administradores del Hospital, que las consideraron inapropiadas. En 1902 el lienzo se amplió y se trasladó a uno de los altares laterales.

 

⦿ La Anunciación


Tras la irrupción de san Gabriel en la habitación de María, esta aparece aceptando sumisa ser madre del Hijo de Dios, bajo la presencia del Espíritu Santo, la blanca paloma. Los gestos perfectamente codificados de manos y brazos, así como los modelos humanos y el estilo pictórico, prolongan lo desarrollado por el Greco en el Retablo de Doña María de Aragón, conservado en el Prado. Sin embargo, no aparecen los habituales angelillos, y las únicas referencias escénicas son el atril y el jarrón con azucenas, símbolo de la virginidad mariana.
 
 
⦿ La Natividad
 

El Greco adapta las figuras de la Virgen y san José a la forma circular de la tela, pensada para verse en el lado de la Epístola, a la derecha del espectador según mira de frente a la capilla mayor. El formato y la altura a la que debía ser vista la obra explican la disposición sinuosa de las figuras. El Greco sumergió la escena en un poético escenario nocturno, convirtiendo al Niño en un foco irradiador de luz. Además, incluyó las cabezas de la mula (detrás de María) y el buey, situado en primer término, en marcado escorzo.
 
 
⦿ La coronación de la Virgen
 

El Greco trató en varias ocasiones el tema de la entronización de la Virgen, su triunfo final como Reina de los Cielos. En Illescas llevó la composición a un óvalo destinado al centro de la bóveda y por tanto a mayor altura. Esa situación explica el modo en que el pintor “deformó” las figuras principales, así como el uso de los acrobáticos ángeles. La comparación con la versión del Prado demuestra la capacidad del Greco para variar sus propias creaciones.




:: 101


imagen::Nicolás Barahona
CARTA DE MARCELINA EN EL DÍA DE SU 101 CUMPLEAÑOS
  
¡Virgen del Carmen, un año más, ciento uno ya! Otra vez me piden que cuente algo. Como dice Campoamor, "¡cuántas cosas te diría si supiera escribir!" Que estoy hecha una “reliquia”. Me dicen: “Qué guapa estás Marcelina, y qué memoria tienes” – y yo digo: “hombre que sí, que estoy guapa”. Y muy contenta, este verano voy a tener otra biznieta, con ella serán siete. ¡Si es que un siglo da para mucho! Así que este cumpleaños voy a aprovechar para dar las GRACIAS. Por tantas muestras de afecto, aunque un poco sorda, me doy cuenta de la gente que me quiere, y eso es una alegría.

Lo primero y principal: gracias a mis dos HIJAS, la Mari y la Tere. Me tienen como una reina, por ellas estoy como estoy. Pero soy poco zalamera y quizá no les demuestro lo orgullosa que me siento y cuanto las quiero. Mis amistades me dicen: “Marce vaya suerte que tienes con tus hijas” y yo comprendo que tienen razón, porque a su edad ya están para que las resirvan y no para andar atendiendo. También le doy las gracias a mis dos yernos que se portan divinamente conmigo. Y estando muy a gusto, yo sigo extrañando mi casa, mi patio y mis tiestos. Capítulo aparte le dedico a mis nietos y a sus mujeres, seis nietos tengo, y una que me espera en el cielo. Para las que sois abuelas no os tengo que contar que los nietos son lo más grande del mundo. Muchas gracias alhajas, que la vida os devuelva tanta felicidad como yo me llevo con vosotros.

He sido una mujer afortunada, no me puedo quejar, nací en Illescas - Toledo, un sábado 6 de abril de 1918, Marcelino y Diógenes mártires eran los santos del día. Me acuerdo mucho de mi madre, Aquilina, no sé bien donde me tuvo la pobre. Vivíamos por la ermita, éramos seis hermanos: La Tomasa, la mayor; Alejandro, Florencio, Aquilino y la Emilia que ya nacieron en la calle Lominchar. Mi padre, Ginés estaba en la dehesa de guarda cuando yo vine al mundo. De la escuela guardo poca memoria porque a los 9 años ya estaba de niñera. Los tiempos entonces era más duros que ahora, pero la infancia es la mejor etapa de la vida. El 2 de Octubre del 1943 tuve la fortuna de casarme con mi marido, Nicolás, formamos una familia que ha ido creciendo. En fin tantas historias.

Yo soy muy de refranes y poesías, uno de los versos que no se me va de la cabeza comienza así:
Illescas mi pueblo querido... Qué tendrá el pueblo de una que parece que no hay otro. Aquí nací, aquí están mis recuerdos, todo lo que dio sentido a mi vida. Cuando te haces vieja te das cuenta de lo que es verdaderamente importante. Mis paisanos son como de la familia. Así que gracias illescanos. Muy agradecida también con la justicia que el año pasado por los 100 me hizo un homenaje “mu apañao”, con sus flores y una placa y todo. Una vez mis padres recibieron un trofeo al matrimonio mayor de Illescas. Yo comprendo que no soy tan importante, que he tenido la suerte de vivir tantos años y por eso represento a todos los mayores. Yo soy la que soy, la Marcelina. Me dice mi nieto: “eres famosa Marce, que has salido en la tele”. – Vamos, dónde va a parar.

Estoy haciendo el cuento muy largo. Me acuerdo también de mis sobrinos y sobrinas, de mi tía Rosario, de mis vecinas de toda la vida, de las amistades que vienen a verme aquí y allí. Ahora, todas me preguntan: ¿Me conoces? – coño, no te he de conocer, lo que pasa es que me canso de tanto reconocimiento. Y las chicas del uniforme blanco, tan cumplidas, me acuestan y me levantan, ayudan a mis hijas, que cosas buenas trae la vida moderna. Jo-er, es que 101 años son muchos. Decía mi abuelo Amalio, al que llamaban “el profeta” porque sabía mucho, que en una vida hay muchas vidas. Qué verdad que es. En fin aquí estoy al solecito, tan chula con mis rulos y la toquilla, oye que la tejí yo. Qué más puedo pedir: bien atendida, como con gana, no me duele nada, sigo con mi ganchillo, voy tirando. He sido lo feliz que he podido y me han dejado. Y ya sé lo que estáis pensando muchos, que la carta no la he escrito yo. Una equivocación, llevo pensando estas letras toda una vida. ¡Cuántas cosas os diría si supiera escribir!. ¡Dios y la Virgen de la Oliva os bendiga a todos!.

:: perrigalgos


imagen:nicolás barahona

Mi abuela cumple hoy 97 años, le pongo sobre la mesa imágenes de la familia, santitos o juguetes de sus biznietos, y mientras me va contando le voy haciendo fotos y le pregunto a modo de juego:

—¿Abuela, qué son? —le señalo los muñequitos y ella me responde levantando los hombros.

— No sé —Y hace una pausa simulando que no se entera, para al segundo contestar todo resuelta—, "perrigalgos”.

Me río por la ocurrencia y le vuelvo a insistir:

—Te los pongo aquí delante —señalando la mesa— para que te vigilen. —Ella me mira frunciendo el ceño, y fingiendo enfado, y me contesta:

—¡Yo no ando en malos pasos!

Entra su hija y le vuelvo a interpelar, para que repita toda la escena:

—¡Dile a mi madre lo que son! —Le provoco, insistiendo en la pregunta, me vuelve a mirar todo chula, preparándose para disparar con bala.

—¿Qué le diga, lo que eres? —repregunta, mientras se dirige a mi madre y me señala con los ojos—: “Un bolo a la vela”.