Nuestra blanca mansión, pequeña más tranquila,
La Pomona de estuco y la antigua Afrodita
Velando su pudor tras una rala fronda,
Y el sol, en el crepúsculo, destellante y soberbio
Que, tras el vidrio donde se quebraban sus rayos,
Parecía, gran pupila en el cielo curioso,
Contemplar nuestras largas y solitarias cenas,
Derramando sus bellos reflejos alongados
En el estor de sarga y en el frugal mantel.
Todavía no he olvidado. Charles Baudelaire, de "Cuadros Parisienses"
Bruselas, 1 de febrero de 1866
Mi querido amigo:
Su terrible carta acababa de llegar cuando la mía salía. Me alegra verle tan luchador, tan inexorable, tan cercano además al mundo poético, el más hospitalario de todos los que conozco. ¿Percibe estos días tan redondos como la curva que lleva en su interior cada salvavidas? Le envidio por la facilidad que tiene de ver un poema en aquello que para mí es un magro telegrama. _ Extracto de una de las cartas malditas de Charles Baudelaire a Narcisse Ancelle, su tutor.
::saco este trozo de internet, que me recuerda a mi querido amigo gabriel que hoy cumple años, lo añado a todo esto a modo de felicitación literaria y en recuerdo de nuestras largas y solitarias cenas. «Su oscilación entre lo sublime y lo diabólico, lo elevado y lo grosero, el ideal y el aburrimiento angustioso (el spleen) se corresponde con un espíritu nuevo, y precursor, en la percepción de la vida urbana».