
imagen::calber
::mientras el mundo se disolvía en un resplandor me dijeron que era una operación sencilla: una catarata, una lente nueva, unos minutos de silencio bajo la claridad blanca. Sentí que no me abrían el ojo, sino la puerta de la noche. Una niebla antigua se retiraba de mí, y el destello silencioso, aguardaba su regreso. Cuando retiraron la venda, la claridad me hirió como un fulgor. Todo era el mismo —las formas, los rostros, el aire—, pero todo era distinto, porque ya no observaba: era observada. Comprendí entonces que ver no consiste en poseer la oscuridad, sino en dejar que ella te habite. Porque ver no es mirar —es dejar que la luz atisbe y te haga transparente. arthur & calber