imagen::calber. Crónicas marcianas
y pícnic a la sombra del árbol que les transporta a casa de los
abuelitos alienígenas. El día antes del cumpleaños de la madre
terrícola, haciendo bocadillos y ramos de flores para los visitantes.
Retratos en el photocall, preparados para partir y visitar a la prima
cósmica que está a punto de entrar en el reino de los cielos.
“[Bradbury] anuncia con tristeza y con desengaño la futura expansión del linaje humano sobre el planeta rojo -que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena”. Jorge Luis Borges, Prólogo de Crónicas marcianas
El pícnic de un millón de años. Publicado en Planets Stories, en el verano de 1946. Es el último cuento de las crónicas marcianas, una serie de relatos del escritor Ray Bradbury. En él, una familia emprende un viaje de pesca a Marte; escapando de la Tierra, desgarrada por la guerra. El papá dice: "Estoy buscando lógica terrestre, sentido común, gobierno honesto, paz y responsabilidad". Le promete a su familia que pronto les llevará a ver a los marcianos. Luego les dice a sus chicos que escojan cada uno una ciudad y se las regala. La Tierra ya no existe, aquella manera de vivir fracasó y se estranguló con sus propias manos. También les señala que los Edwards, una familia amiga, poseían un cohete y debían llegar también, sin embargo no tienen la certeza que hayan logrado despegar con vida. Posteriormente, los lleva a ver a los marcianos, a un canal donde les muestra sus propios reflejos haciendo referencia a que ahora ellos son los marcianos.