La textura, en su sentido original, era el modo en que están organizados los hilos de una tela. Con el tiempo pasó a denominar la apariencia externa y superficial de la estructura de los materiales, objetos y cosas que nos rodean aquellos que son apreciables por vista o tacto. La textura puede ser óptica, cuando las diferencias en la superficie sólo pueden ser captadas por el ojo, y táctil cuando esta diferencia es perceptible a través del tacto. En ambos casos se utilizan las mismas palabras para nombrarlas: brillante, opaco, apagado, transparente, claro, metálico, iridiscente. La suavidad, la aspereza y la rugosidad son sensaciones que transmite la textura.
El libro es un producto realizado con una finalidad comunicativa y estética, la textura, igual que los otros elementos de expresión plástica es significativa y transmite un grado de contenido a la obra. El artista se vale de la trama como un elemento del lenguaje plástico para sensibilizar al espectador mediante las distintas manifestaciones vinculadas con el arte como el dibujo, la pintura, la cerámica, la escultura o el diseño. Cuando “El sastre de Apollinaire” ideó su línea de diseño para las portadas de su fantástica Colección de Poesía pensó que la textura era una forma ideal para lograr sensaciones, expresar y comunicar. Observar la cubierta como sistema para intentar imaginar el contenido de los poemas.
imagen::calber. Portadas para “El Sastre de Apollinaire” 2017
La portada también sigue un método creativo. Como diseñador mi función es dar solución a un problema, concibo el poemario como un misterio, e intento representar ese enigma en una imagen sin desvirtuar el poema, esa es la clave de una portada efectiva. Además me gusta ir un poco más allá e intento crear sensaciones que no se ven en primera instancia pero se vislumbrarán tras la lectura del libro. Intento conseguir esta magia siguiendo un método de creación:
1. Comienza con una primera lectura del poemario, de ahí extraigo una idea general previa a los requerimientos de autor o editor. En una segunda fase recibo el briefing donde se me hacen algunas indicaciones, como color e incluso tipo de material, en algunos casos tengo completa libertad (cosa rara, trabajando con poetas, que suelen tener muy claro la imagen con la que su libro debe brillar)
2. En una segunda lectura, con estas premisas, comienzo a escudriñar la textura dentro del poemario. Lo ideal es encontrar varias opciones, para poder ofrecer a poeta y editor una mejor solución, a veces la imagen es muy clara, otras veces este proceso redescubre al autor imágenes que no imaginó, esta sorpresa es maravillosa.
3. Una vez encontrado el motivo, comienzo con la materialización, me gusta hacer nacer las texturas. Intento en la medida de lo posible crear las superficies yo mismo, las capturo de la naturaleza, muerta o viva, y en ultima instancia, en casos extremos en que hay unos requerimientos del autor las creo digitalmente. Huyo de los bancos de fotos porque creo que es muy importante que haya una comunión entre texto e imagen, y que la segunda nazca de la primera. También surgen combinaciones chulas eligiendo la imagen de un banco, pero desde el punto de vista de la creatividad visual, hay un misterio en la primera opción que es un acto poético en sí.
El resto es poesía