«Ser creativo significa estar enamorado de la vida. Usted puede ser creativo sólo si ama la vida lo suficiente para querer realzar su belleza, traer un poco más de música a ella, un poco más de poesía a ella, un poco más de baile a ella». – Osho
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“Cada hombre, un artista” es un ensayo de Joseph Beuys, es el artista quien decide lo que es arte. Todos, de alguna manera, somos artistas. Fabricamos ideas y a veces, hasta tenemos la necesidad y la oportunidad de mostrarlas en una exposición al resto del universo.
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Esta “Semana del Arte en Madrid” ha estado llena de emociones, una cita imprescindible para coleccionistas y aficionados que buscan el arte de este siglo. Sin embargo he conocido a un artista mexicano atemporal, en una galería me han regalado una reproducción de uno de sus dibujos que ya he enmarcado. Martín Ramírez (1895-1963) pintor autodidacta, pasó las últimas tres décadas de su vida recluido, en silencio, en un centro psiquiátrico en el norte de California. En 1930 le diagnosticaron esquizofrenia, depresión aguda, catatonia y psicosis. Fue entonces cuando comenzó a pintar de manera habitual. Sus dibujos se caracterizan por la inventiva gráfica, la manipulación espacial (obsesionado por las puertas, arcos, los espacios vacíos) y la mezcla de la cultura popular mexicana con la experiencia del artista. Martín Ramírez está considerado, por su originalidad, como uno de los mejores pintores autodidactas del siglo XX.
Sin título (Hospital), c. 1954. Lápiz sobre pedazos de papel
Colección del Museo de Arte de Milwaukee.