¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan su perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».
Lectura del libro del Cantar de los Cantares 2,8-14
Lectura para una boda religiosa: el texto más romántico:
«Palabras que parecen escritas para nosotros, que narran con detalle nuestra historia de amor, con gran significado para toda la gente que nos acompaña en el gran día. La ceremonia será, sin lugar a dudas, uno de los instantes más emocionantes del día de nuestra boda. El momento en el que por fin nos vamos a convertir en marido y mujer ante la atenta mirada de todos nuestros familiares y amigos. Además de pensar en la decoración y la música que no faltará en la iglesia, es fundamental detenerse en los textos bíblicos que más ilusión nos haga escuchar. La primera lectura suele estar relacionada con el amor y su significado, mientras que la segunda se trata, normalmente, de una carta evangélica. ¡Esta fue nuestra elección!» _María de Guiller
«El Cantar de los Cantares nos descubre el profundo gozo que experimentan el Amado y la Amada en su recíproco amor. El Amado, así es Dios, busca al hombre, quiere atraerle hacia sí. Y la Amada, así es el hombre, así debería ser, le recibe, le acoge emocionada. Todo un Dios, que guiado por su loco amor hacia el ser humano, es capaz de hacerse hombre, venir a nuestra tierra para declararnos su amor e intentar ser correspondido». _Fray Manuel Santos Sánchez O.P. Convento de Santo Domingo