«Qué complicado es ser madre. En mayo os hablaba de “un jardín donde no hay prisas, aquello que pasó una vez, no sucede de nuevo, se queda parado en el tiempo" A punto de acabar el verano, algunas mañanas, me levanto, vuelvo a salir al patio pensando que mi hija está junto a mí, que nunca partió. Hoy quince de septiembre, hace cuarenta y tres años que se me fue. Descanse en paz. En fin, que hay que seguir, una fe bien entendida me ayuda a explicarme algunas cosas y otras se quedarán sin respuesta. A pesar de tanto tiempo, no hay un día que no me acuerde de mi niña, la vida duele sin ella. Qué cosas, qué difícil es dejar de ser madre, sólo quien lo ha pasado, lo sabe. Una oración que suelo rezar dice: “…qué triste es decirte adiós. Mi vida, por ti, daría, antes que perder tu amor”. Qué tristes son las separaciones, y más cuando son para siempre. ¿A dónde va toda la vida que no he vivido con mi niña? Se queda en mi alma, y quizá cuando estoy sola, cuando rezo, esos momentos se hacen realidad. La esperanza de volver a encontrarnos, quien sabe, en otra vida me calma un poco. ¡Feliz cumpleaños hija! al despedirte me dejas, envuelto en penas, mi corazón».
a Gema Sánchez García 26 mayo 1976 - 15 septiembre 1976
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