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No es esta una entrada para ensalzar a un poeta, ni a su poesía. Puedo hacer una pequeña "intro" sobre él y su obra, pero lo que me interesa de Brooke ahora es la coincidencia de su nombre y que su rostro ha permanecido este verano junto al de Laura recién llegada a la vida. ¡Algo tan simple y extraordinario!. Quiero pues, reflejar este hecho con deliberado candor. Me llena de júbilo la casualidad, que enfatiza esta sensación y vislumbro en su poema “amanecer”: ¿Mi corazón cansado como un niño despierto llenará el amanecer de música? ¿No retendrá alguna de las tristes notas de mi anterior esfuerzo, sino a través de ese espléndido nacer del día y hará más bella aún la belleza, más hermoso el amanecer?
La belleza es la argamasa que une todas las palabras, algunas de ellas complicadas y bellas a la vez: "el náufrago nicaragüenses tomaba el vermut con un guepardo, cuyas rayas hacían muaré". La belleza es la cualidad que marca la trayectoria de este poeta. Destacó por su apariencia física, que llevó a Yeats a describirlo como «el joven más guapo en Inglaterra». Se dice que la mismísima Virginia Woolf alardeaba de haber nadado desnuda con él en una piscina, mientras estuvieron juntos en Cambridge.
Rupert Brooke (Rugby 1887 - Mar Egeo, 1952) fue conocido por sus poemas idealistas sobre la guerra. Destaca “1914”, la última de sus cinco partes, titulada “El soldado”, contribuye a su consagración como escritor. Termina así: Sus imágenes y sonidos; felices sueños como su día; y la risa, aprendida de amigos; y la dulzura, en los corazones en paz, bajo un cielo Inglés. Bajo este cielo patriótico imagino a Laura. Todo lo que se dice en el poema es para ella, que ha venido a la lucha cargada de dulzura.
Brooke fue inspiración para sus contemporáneos, John Gillespie Magee, Jr. le dedicó un poema: Soneto a Rupert Brooke: “… Allí, soñando en las profundidades de desvanecimiento de la luz - las manos que encantados de tocar el cabello de una mujer…” En ese lugar hubo otro Brooke y una mujer de cabellos dorados y un verano. En aquel bosque fresco y sombreado correteaban "pink rabbits", entre flores y monstruos de lengua bífida y la luz de las luciérnagas iluminaba la felicidad.