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Los pensamientos-flor, esas plantas híbridas, ornamentales; cultivadas por sus vistosas reflexiones, obtenidas de especies silvestres. La mente las genera, en forma de actividades racionales y reflexivas del intelecto, abstracciones de la imaginación. Durante el siglo XIX, los pensadores-jardineros de Europa del Norte cruzaron el pensamiento-flor silvestre con otra especie nativa de violetas y, en ocasiones, con una del Oriente Próximo, para producir un patrón más atractivo: imágenes, ensoñaciones o la voz interior que nos acompaña en forma de sueños.
Con el auge de los invernaderos en la época victoriana, surgieron los atractivos pensamientos-flor, tan familiares ya para los jardineros modernos e imaginativos. Se utilizan en la creación o modificación de algo, introduciendo novedades, es decir, la producción de nuevas ideas para desarrollar o modificar lo existente. Los pensamientos-flor son adecuados para plantar debajo de arbustos, ya que actúan como cobertura natural inhibiendo el crecimiento de malas hierbas. Son el límite a la acción inconsciente, generada en la mayoría de los casos por mensajes errados o mal interpretados.
El lenguaje es la expresión de los pensamientos-flor en forma oral o escrita. A veces fluye aislado y es independiente de la misma planta. El verbo posee aterciopelados pétalos desiguales, mucho más largos que el cáliz, básico para la comunicación y el entendimiento. Los colores y estilos son muy variados: desde el rosado al blanco, los azules más suaves o intensos, jaspeados en múltiples tonalidades. No imaginas que tal gama pueda aparecer por los procesos racionales del intelecto. Poseer este jardín de pensamientos-flor es lo que cada individuo anhela, conforme va aprendiendo a vivir.
Con el auge de los invernaderos en la época victoriana, surgieron los atractivos pensamientos-flor, tan familiares ya para los jardineros modernos e imaginativos. Se utilizan en la creación o modificación de algo, introduciendo novedades, es decir, la producción de nuevas ideas para desarrollar o modificar lo existente. Los pensamientos-flor son adecuados para plantar debajo de arbustos, ya que actúan como cobertura natural inhibiendo el crecimiento de malas hierbas. Son el límite a la acción inconsciente, generada en la mayoría de los casos por mensajes errados o mal interpretados.
El lenguaje es la expresión de los pensamientos-flor en forma oral o escrita. A veces fluye aislado y es independiente de la misma planta. El verbo posee aterciopelados pétalos desiguales, mucho más largos que el cáliz, básico para la comunicación y el entendimiento. Los colores y estilos son muy variados: desde el rosado al blanco, los azules más suaves o intensos, jaspeados en múltiples tonalidades. No imaginas que tal gama pueda aparecer por los procesos racionales del intelecto. Poseer este jardín de pensamientos-flor es lo que cada individuo anhela, conforme va aprendiendo a vivir.