Dieciséis años han tenido que pasar desde aquel 13 de marzo de 2002, en que falleció Carlos Castellano hijo ilustre de Valdilecha y enterrado en la Ermita de la Virgen de la Oliva, construida en el siglo XVII. Los problemas económicos de la empresa encargada de la fabricación de la vidriera conmemorativa, Vidriera-Arte SL con sede en Mestre (Italia), retrasaron su llegada hasta el día de hoy. Durante este periodo, han sido los donativos de personas del pueblo y la ayuda del propio ayuntamiento, los que han hecho posible el encargo, devolver su estampa a esta Ermita, que hoy martes y trece de marzo de 2018 se hace realidad con el trabajo de Tito y Nacho que se esmeraron en la colocación de la vidriera que corresponde a un ángel tocando un violín de corte medieval y que ya forma parte del patrimonio cultural del municipio
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::por entonces yo estaba trabajando para Vidriera-Arte SL en un pequeño pueblo vecino a Mestre, llamado Preganziol. Recibí la noticia del fallecimiento de Don Carlos Castellanos y el consiguiente encargo. Me fue imposible asistir a su funeral, aunque sentí mucho su pérdida. En cuanto al encargo, problemas con el diseño y los materiales fueron retrasando la consecución de la obra. Finalmente hoy, dieciséis años después se ha saldado la deuda con la colocación definitiva de la vidriera en el altar mayor de la Ermita. Ahí está el Ángel imponente velando por el ilustre compositor que descansa en paz eternamente.
Carlos Castellano Gómez (Valdilecha, Madrid; 19 de noviembre de 1914—Valdilecha, Madrid; 13 de marzo de 2002), fue un compositor y músico español. Nació en el seno de una familia numerosa de ocho hermanos (el mayor de los tres chicos). Desde su niñez se sintió atraído por la música en su pueblo natal; le emocionaba, por ejemplo, escuchar a las bandas del pueblo en las fiestas patronales o las orquestas de San Blas. Recibió sus primeras lecciones de solfeo de su madre Cándida Gomez. Posteriormente siguió ampliando sus conocimientos musicales, iba cada día a Madrid, hasta el conservatorio, viajando por las noches, acompañado de su padre Alejandro Castellano, a lomos de una mula, para llegar a sus clases diarias. Su reconocimiento y éxito no tardó en llegar. Ha sido considerado un músico fundamentalmente autodidacta que destacó por la genialidad de su vena creadora. Consiguió desde sus inicios conectar con los gustos del pueblo.