De pequeño yo era muy de pintar, aún sigo muy unido a un maletín Fime de madera lustrada que contenía mis primeros óleos, pinceles y espátulas y una paleta de madera rectangular Mabef que aún conservo. Todo un kit que me dio grandes alegrías. Me lo regalaron mis tíos que vivían en Panamá y por aquel entonces, esa caja era un tesoro. Mi tío me prestó también un libro de cómo pintar al óleo, una guía práctica a través de sencillos ejemplos llenos de inspiración. Comencé a trabajar las diferentes técnicas, la perspectiva, las luces. Al principio copiaba las estampas de los maestros que ilustraban el libro. Tras mis primeros pinitos tuve que devolvérselo porque debía ser un ejemplar bastante cotizado y no era cuestión de dejarlo en manos de un artista moderno precoz. Cada vez que mis tíos, pintores ambos, regresaban de Panamá, les mostraba mis progresos con el óleo. Tenían ciertas dudas comprensibles, y me daban múltiples recomendaciones, que yo desoía, para reconducirme al realismo. Estaba claro que no estaba siguiendo los cánones que aquel libro mostraba paso a paso. Lo primero que mi tío me aconsejó es no remarcar tanto los bordes con el negro. Por aquel entonces yo tenía claras influencias: El expresionismo abstracto de Pollock y su dripping, y la negritud de Basquiat, lo veía todo a su manera, a lo SAMO ("SAMe Old shit”). Mi maletín y yo vivíamos en New York y mis oleos respiraban música jazz y cultura del África primitiva. Bueno quizá que estoy exagerando, simplemente mis creaciones no se adaptaban al canon familiar o panameño del momento.
imagen:: Reproducción de calber. En busca de "Autor"
Una de aquellas reproducciones que yo pinté, adorna mi estudio desde entonces. Debería decir que lo ilumina. Tampoco conozco su título, creo que el original está realizado con una técnica de témpera seca que logra un efecto de expansión del espacio. Intuyo influencias de Japón y me trae un montón de alusiones orientales a la cabeza. La ilustración en su sencillez es un haiku visual, cada color es uno de los versos. La primera sensación es el asombro y la emoción que produce en el autor la contemplación de la naturaleza. Hay una palabra que hace referencia a la estación, el rojo de un sol gigante me evoca el eterno verano. La esencia del haiku otra vez es “cortar” mediante la conexión de dos ideas o imágenes separadas, el negro, quizá un tipo de violencia, separa el sol del horizonte naranja.
Es increíble como este pequeño misterio visual ha ido creciendo a lo largo del tiempo en mi biografía. También sentí esta suerte de iluminación en el 2003, tumbado en la inmensa sala de turbinas, donde se localizaban los generadores de energía cuando la Tate Modern era la antigua central de Bankside. The Weather Project, fue una impresionante instalación del artista Olafur Eliasson. Con trucos de luces, espejos y vapor, creó una atmósfera melancólica, un constante atardecer de otro sol apocalíptico, de una estación que durante el verano londinense nos iluminó y asombró. Otra vez el mismo sol enigmático en un acto de contemplación entre hombre y naturaleza.
imagen::The Weather Project, Olafur Eliasson.
Estoy en proceso de investigación, intentando desentrañar el misterio, averiguar el autor de la pintura antes de mi próxima iluminación. He investigado en internet, he intentado recuperar el viejo manual donde lo copié, pero creo que quedó en la última mudanza que mis tíos hicieron desde tierras del canal, he utilizado aplicaciones de reconocimiento de imágenes y nada ha dado resultado. Así que voy a apelar a mis amistades en las redes, a los sabios, a los especialistas varios en la materia a ver si consigo algo de luz sobre la autoría. Blyth el escritor inglés devoto de la cultura japonesa define el haiku como «una mera nada, pero inolvidablemente significativa» Eso es también este cuadro que reproduje y me acompaña desde que mis tíos me entregaron el maletín de pintor.