Ahora resulta que es moderno. La casete está viviendo un momento de esplendor desde que copara alrededor del 40% de las ventas en nuestro país en los años 80 y primeros 90. Así se compartía música (playlists) cuando no había mp3 ni Spotify. Convertida en fetiche por toda una nueva generación de melómanos, sus ventas son las únicas que crecen en una industria discográfica prácticamente desmantelada desde la irrupción de internet y los sistemas de intercambio de archivos. En septiembre se celebrará el segundo Cassette Store Day en diversas ciudades del mundo y se espera que bandas populares preparen ediciones especiales. Quizá toda una generación vuelva a aprender a desenroscar las cintas caseras con el boli bic.
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En España menudean pequeñas discográficas que funcionan de forma artesanal y en las que una o dos personas realizan toda la edición. Es todo aún muy underground pero los sellos florecen y comienzan a aparecer algunos éxitos. Un revival de aquellos años donde coleccionábamos cassettes copiadas de los grandes éxitos o hacíamos selecciones de nuestra música favorita para escucharla en el famoso walkman. Todo manual y ajustándose a la limitación que imponía la duración de la cinta, cara A, cara B, de 60 ó 90 minutos. Las casetes que grabábamos artesanalmente tenían la mayoría una estética visual digna de mención. Algunos también diseñábamos sus carátulas y vistas ahora algunas son obras de arte del vintage.
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Nómadas que buscan los ángulos de la tranquilidad,
en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados,
entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan.
Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo
la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino.
Bajo el tránsito de la aparente dualidad,
la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto
y los lamentos de la soledad aún se prolongan.
Como un extranjero no siento ataduras del sentimiento,
y me iré de la ciudad, esperando un nuevo despertar.
Los viajantes van en busca de hospitalidad,
en pueblos soleados, en los bajos fondos de la inmensidad
Forastero que buscas la dimensión insondable
la encontrarás fuera de la ciudad, al final de tu camino.
en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados,
entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan.
Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo
la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino.
Bajo el tránsito de la aparente dualidad,
la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto
y los lamentos de la soledad aún se prolongan.
Como un extranjero no siento ataduras del sentimiento,
y me iré de la ciudad, esperando un nuevo despertar.
Los viajantes van en busca de hospitalidad,
en pueblos soleados, en los bajos fondos de la inmensidad
Forastero que buscas la dimensión insondable
la encontrarás fuera de la ciudad, al final de tu camino.
Franco Battiato. Nómadas, 1987