:: historia de último día

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En un lugar cardiaco y rojo, común como el corazón quiero contar esta historia feliz, al final de un gran año y en el inicio de una era en que me siento rejuvenecer. Cuando amanece la belleza es rara. El tiempo se parte y mi trozo es hermoso. En mi lado hay una piscina llena de algodón dulce, la cosa promete. En la historia que quiero contar aparece un mono, una máquina espiritual y muchos porteadores, como esos que salían en las películas de Tarzán, los que parece que mueren primero, que lanzan los bultos ladera abajo y huyen hacia delante. El gorila tiene mucho bello, le cortan el pelo cada vez que lo necesita, lo hace un leñador de barba blanca un poco hipster. Estos personajes y otros que saldrán en la historia, normalmente aparcan sus camiones en la esquina de la calle más próxima a mi casa. Descargan cajas de cartón repletas de todo lo que nos da la felicidad. Siento que tengo que insuflar más color al relato, una especie de paraíso a lo Matisse, o purpurina en plan “colour fest”. Escribo todo esto en sueños, desde el templo del amor del Petit Trianon en ruinas, las columnas corintias de cartón piedra me golpean fuerte al caer. Pierdo el sentido por momentos, retomo la ficción de pura verdad, contada como si fuera un incauto influencer de Instagram, entre peces de cristal luminoso, duendes y unicornios. La trama principal es “la happiness”, ocurre en la luna, cincuenta cráteres expulsan ángeles de el Greco que bajan a la tierra por lianas y aterrizan en el borde de los peñascos, de siete en siete, vestidos de nubes negras, pero todo lleno de luz. Sé lo que Cortazar diría de esta crónica, que me está faltando: un sapito, un trozo de azúcar verde, lechuzas, duraznos sedosos y el canto de los gallos. Este New Year voy a escribir un libro, uno con final feliz que no sea autobiográfico, con poemillas y dibujos para no aburrir. También podaré el árbol, encargaré un hijo, haré rituales que me emocionen. Pero se trata del presente, cuando enciendo el microondas los paraguas se despliegan dentro de las habitaciones, las arañas se molestan pero no da mala suerte. Porque tengo suerte de la buena incrustada en las paredes, es sinople y húmeda y me fortalece los huesos, es una suerte que me ha pillado muy joven y por eso apenas si aprecio lo bien que me queda. Lo importante es la actitud, ir siempre con ese buen rollo, con esa ilusión, eso es lo que me está haciendo ganar. Como diría mi amigo Repe: “concentrar al elefante en su pisada”. Qué enigmática es la poesía, tengo que mencionar esto antes de acabar y hablar de la imaginación y del design, y meter el término “oposición” y así gano una apuesta, ¡no llego a todo!. Hay tantas cosas gratas para alegrarse, ¡qué maravilla!. Me está quedando una historia demasiado larga para las redes y dicen los “social media” que no es tendencia, y que las buenas noticias no lo petan y esta aventura es buena y fresca, una metáfora al estilo Breaking Bad. Voy a ir concluyendo: Duchamp y la abuela cumplen cien años, en la huerta crecen arcoíris, la musa lava mi capa de héroe cada mañana, las ovejas de Brade Runner no son neo-noir en la tercera parte. Nos esperan 365 días de pasión, un futuro moderno nos amamanta, demos gracias al blue, abracemos la col y las hojas de alrededor. Sintámonos reyes del mambo, toquemos canciones. He diseñado un sello de caucho con las palabras: Salud, Dinero y Amor, para certificar lo bueno que tengo. He vuelto a viajar por el mundo, por los tejados, entre animales, metido en el cascabel de mi gato gordo y gris. Nada de esto estaba escrito, esta historia es real, para probarlo hablo de los “microplásticos”: cómo una cosa tan chiquita hace tanto daño. Nos estamos cargando el planeta (este mensaje es muy cool pero muy verdadero). De todas formas hay muchos problemas con la humanidad pero se van a solucionar. Churchill sigue ahí cuando me despierto, y el ratón sigue comiéndose el diccionario con galletas. No me duele nada, de eso va este cuento, el resumen de un año buenísimo. Dice mi cuñado que nunca sabe cuando hablo en broma y cuando en serio. Tengo esta facilidad. Creo que mi padre es un elfo. Voy a recoger las tarjetas que he desplegado en el suelo para montar esta historia tan bella y sutil. La quiero compartir contigo que me adoras. Cuando amanece la belleza es rara. Me siento superbien, ya no me mareo, lo veo todo blanco y positivo, estoy megaseguro de estar vivo.

:: icono

La cabeza da vueltas. Ciclos, costumbres, tópicos, Constantinopla. Lo importante, recuentos, propósitos, balances, ausencias. ¿Cómo representar la N*A*V*I*D*A*D este año?, las viejas fiestas de noches nuevas. No romper con los hábitos universales, no mostrar oposición a las pequeñas tradiciones personales. Los deseos, el deseo, la creación, el diseño, la vida, la nueva y sencilla vida. Intento sintetizar, termino complicándolo todo, sin embargo de esa necesidad ha nacido el concepto para esta N*A*V*I*D*A*D: “simplificar” a través de signos, dibujos, I+C+O+N+O+S que representan ideas felices:

I+C+O+N+O
N*A*V*I*D*A*D
F·E·L·I·Z
2^0^1^9

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I+C+O+N+O viene del griego: εἰκών, significa “imagen”. Según explica la semiótica es un signo que sustituye al objeto mediante su significación, representación o por analogía. Un elemento presente que está en lugar de otro ausente, en virtud de un cierto código. Esta abstracción es interesante y atractiva, la vivimos en todo momento, por ejemplo en informática, donde una pequeña figura visual en pantalla identifica y representa un archivo, con algún simbolismo que establece una asociación con la interfaz gráfica. Le das un click y se abre un mundo por descubrir. En la ortodoxia oriental y en otras tradiciones de pintura cristiana, un I+C+O+N+O es una representación, un dibujo sencillo en el que aparece una pieza consagrada como Jesús, la Virgen, los santos, los ángeles o la cruz. La tradición de estas pinturas se desarrolló notablemente en el Imperio bizantino. Los más antiguos conservados, son de los siglos VI y VII. Esta N*A*V*I*D*A*D os esbozo un panel de cincuenta signos, unos exudan mirra, otros guardan propiedades mágicas, algunos proceden del Monte Sinaí. Que cada uno encuentre su imagen-milagro en 2^0^1^9 :

F·E·L·I·Z
I+C+O+N+O
N*A*V*I*D*A*D
2^0^1^9

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*Si la navidad es tu territorio: aquí imágenes de otros años. 

:: alégrame esas pascuas

“Alégrame esas pascuas” es una iniciativa de Javier Díaz-Guardiola, en la actualidad coordina las secciones de arte, arquitectura y diseño de ABC Cultural y ABCdeARCO, la revista oficial de la feria de arte contemporáneo de Madrid. Es autor del blog de arte contemporáneo "Siete de un golpedonde pone en marcha por cuarto año este proyecto. Se invita a los artistas a recuperar la tradición de enviar christmas navideños creados por ellos mismos a través de la plataforma que ha reducido su uso masivo: internet. De lo que se trata, en definitiva, es de ser creativos a la hora de generar una imagen que ilustre el espíritu fraternal, consumista y/o solidario-reivindicativo que nos acompaña en el último mes del año. Este año además la obra original estará en venta on-line a través de Gunter Gallery hasta el 15 de enero y en la exposición de Factoría de Arte y Desarrollo (C/ Valverde, 23) el 28 de diciembre, en Madrid.



Autor: calber
Título de la obra: “Navidad Posverdad”.
Técnica:  Ilustración digital / Edición de veinticinco ejemplares numerados y firmados.
Dimensiones: 45 x 32 cm. 
Breve explicación: La Navidad también es el tiempo de las no verdades asumidas como verdad, reforzadas como creencia. Navidad y posverdad terminan el día en que la amarga verdad es desvelada.

VENTA on-line aquí: Gunter Gallery (hasta el 15 de enero) 





:: robot

La regla de los 4····REGALOS navideños: 
· 1. Algo para ponerse 
· 2. Algo para leer
· 3. Algo que se desee
· 4. Algo que se necesite

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Cuatro es una cifra perfecta. Es la cantidad que recomiendan los expertos para los niños en Navidad. Juan Pedro era un niño antes de que aparecieran tantos estudios sobre niños, cuando los regalos no eran en plural. Sin embargo disfrutaba con las cosas pequeñas y naturales. Cada día se turnaba con su hermano para ir a por leche a la vaquería de sus tíos, una actividad parecida a las granjas rurales a las que acuden ahora nuestros pequeños. Unos días presenciaban el nacimiento de un ternerito, otros su tío Aquilino le dejaba ordeñar una vaca. Vivir entonces era un experiencia. 
Aquellos recados marcaron la infancia. Cuando en su casa los hermanos no se comían las galletas, su madre muy astuta se las llevaba a la tía Dominga que las dosificaba en cada viaje como rica recompensa. A la vuelta con la lechera llena Juan Pedro traía una sonrisa por lo ricas que eran las galletas de los tíos. Recuerda con especial cariño un regalo de reyes que dejaron en casa de los tíos: Un robot-hucha, era un objeto diabólico para aquella época, echabas la moneda por una ranura y un mecanismo sofisticado la clasificaba en patas o brazos según su valor. Era un mini Mazinger Z que se cuidaba de tus ahorrillos!.
Juan Pedro está un poco liado, no quiere proyectar sus fantasías en sus hijos. Es consciente que más, no es mejor. Sin embargo ve como sus hijos sienten un afán desenfrenado por tenerlo todo. Cuanto más reciben, más vacíos se sienten. Según los últimos estudios, los niños reciben en Navidad diez veces más regalos de los que necesitan y al final terminan jugando con las cajas de cartón en que vienen embalados.
Juan Pedro es un hombre de su tiempo, cabalga contradicciones para no estar frustrado también en Navidad. Cuatro, cuatro, ilusión, ilusión se repite mientras escribe la carta a los reyes magos para unos hijos que nadan en la abundancia. Conserva su robot-vintage en casa de sus padres y tiene varios propósitos para el año que viene, ser padre y vender el robot en todocolección.