:: oslo

:: me asomo a Oslo que es hoy este blog que empecé a escribir hace algún tiempo y que celebro. Diez años atrás vine a la capital noruega como un joven lleno, con toda la ilusión y y la alegría que muchos jóvenes de la época sentían cuando venían a Oslo.  Cada 29 de noviembre, el día en que Mark Strand descubrió por fin la fealdad de la vida, un joven como yo, de aquella época, empezó este blog. Cada año cambio la cabecera, tengo una imperiosa necesidad de renovación, que es una forma de desubicarme. Debo confesar que durante esta década en Oslo he sentido una gran nostalgia, y de esta emoción, de este constante y casi intolerable esfuerzo de la memoria se han derivado las temáticas de “lo último, por amor al arte”, el blog que empecé a escribir hace ya diez largos años.

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There is No Wind in Oslo


“Mi querida”, le dijo el viajero a la muchacha, “la vida me


ha tratado con dureza: emprendí un viaje al norte, en busca 


del famoso perro pigmeo de Alaska, pero nunca lo encontré; 


fui al sur, tras el rinoceronte verdiazul africano, el de la 


larga cola, y volví a fracasar. Inconsolable, me entregué a la 


lúgubre gloria de los grandes poemas, y aquí me ves ahora, 


en el rincón más ventoso de la ciudad del viento”. “Vaya


a Oslo”, le dijo la muchacha, “no hay viento en Oslo”. 



Mark Strand - May 2012 



 

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“My dear,” said the traveler to the young woman,

“life has not been kind to me; I went north in

search of the famous Alaskan pigmy dog but never

saw one; I went south to catch a glimpse of the

long-tailed, blue-green African rhino and failed

again. Inconsolable, I gave myself to the sullen

glory of great poems and ended up here, on the

windiest corner of the windy city.” “Go to Oslo,”

said the young woman, “there is no wind in Oslo.”


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