~ No sé cómo puede vivir quien no lleve a flor de alma los recuerdos de su niñez. Miguel de Unamuno. Dedicatoria de «La Arboleda Perdida» de Rafael Alberti
:: un recuerdo. La visita de Alberti a Toledo. A principios de los ochenta, cuando acudió a la inauguración de la lápida que conmemoraba el centenario del nacimiento de Alberto Sánchez. Visitó también un instituto de BUP ataviado con una de sus camisas hawaianas.
~ La Arboleda Perdida LIBRO PRIMERO 1902-1917
En la iglesia de las Carmelitas la misa era cantada, con una plática preparatoria para los que íbamos a comulgar por primera vez. Éramos pocos. Unos cinco. Yo, quizás, el mayor de todos. Para dar ejemplo a los alumnos más chicos, oímos la misa de rodillas, sin levantar los ojos del devocionario, cayendo a veces en una profunda meditación, que hacíamos más profunda apretándonos la nariz con el libro, hasta casi no poder respirar. La plática, a tono con lo que una inteligencia de cura piensa que un pobre niño en ayunas puede comprender, debía ser larga y llena de necedades, porque empecé a olvidar que aquél era el día más feliz de cuantos me esperaban en el mundo, mientras un aburrimiento mezclado de hambre me hacía bostezar varias veces de manera poco edificante. Mas como por culpa del sermón ya no podía meditar, perdiendo el recurso de cubrir aquel abridero de boca con el devocionario, tuve que escoger un aire de niño impresionado por las palabras del sacerdote, encajando la cara entre las manos y tapándome con los pulgares los oídos. El hambre seguía cosquilleándome, subiéndome de los bolsillos por las mangas un aroma a chocolate verdaderamente satánico. Cuando al cabo de yo no sé qué tiempo el sacerdote terminaba su plática diciendo: «Y ahora, queridos niños, preparaos para recibir al Señor», mi mano izquierda, pretendiendo ignorar lo que ya la derecha acababa de hacer, se disponía a pelar de su papel de plata la segunda onza, cuyo aroma infernal se hacía cada vez más irresistible. De este sacrilegio, a pesar de los remordimientos que me espantaron el sueño durante muchas noches, no se enteró nadie. Jamás me acusé de él a confesor alguno. No sé si desde entonces he vivido en pecado mortal.
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magen:nicolásbarahona.
:: tarjeta de comunión de los setenta. Ilustración de Domenec Bladé i Pinyol, dibujante catalán nacido en 1945 en Rasquera. También ilustrador y fotógrafo, dibujó en "Héroes bíblicos" y "Los detectives J20".