:: la carta de Scott

La Paix, Rodgers’ Forge
Towson, Maryland
22 agosto, 1933
 
Querida:

Me siento muy orgulloso de que cumplas con tus obligaciones. ¿Me puedes dar un poco más de detalles acerca de tus lecturas en francés? Me da gusto que te encuentres feliz pero nunca he creído mucho en la felicidad. Nunca creí tampoco en la miseria. Esas son cosas que ves en el escenario o en la pantalla o en las páginas impresas, no suceden realmente en la vida.

En lo único que creo en la vida es en las recompensas por la virtud (de acuerdo con tus talentos) y los castigos por no cumplir con tu deber, que son doblemente costosos. Si hay tal volumen en la librería del campamento, pregunta a la Sra. Tyson que te deje buscar un soneto de Shakespeare que contiene las líneas: “Lillies that fester smell far worse than weeds”. [Las lillis que se pudren huelen mucho peor que la maleza]

Pienso en ti, y siempre con cariño, pero voy a tomar al gato blanco y le voy a dar nalgadas fuertes, seis veces por cada vez que seas impertinente. ¿Reaccionas a eso?...

Tontamente, concluyo. Cosas de qué preocuparte:
Preocúpate por el valor
Preocúpate por la limpieza
Preocúpate por la eficiencia
Preocúpate por la equitación
Preocúpate por …
 
Cosas para no preocuparse:
 
No te preocupes por la opinión popular
No te preocupes por las muñecas
No te preocupes por el pasado
No te preocupes por el futuro
No te preocupes por crecer
No te preocupes porque alguien te aventaje
No te preocupes por el triunfo
No te preocupes por el fracaso a menos que sea tu propia culpa
No te preocupes por los mosquitos
No te preocupes por las moscas
No te preocupes por los insectos en general
No te preocupes por los padres
No te preocupes por los niños
No te preocupes por las decepciones
No te preocupes por los placeres
No te preocupes por las satisfacciones
 
Cosas qué pensar

¿Qué estoy buscando realmente?
¿Qué tan buena soy en comparación con mis contemporáneos en cuanto a…?
(a) erudición,
(b) ¿realmente entiendo a las personas y soy capaz de llevarme bien con ellas?
(c) ¿estoy tratando de hacer de mi cuerpo un instrumento útil o lo estoy desperdiciando?
 
Con el amor más cariñoso

Papá


La relación epistolar más sincera que Francis Scott Fitzgerald sostuvo con alguien durante el eclipse de su existencia, fue con su hija Frances. Entre 1933 y 1940, el escritor ocupó varias horas al día para redactar cartas en los que volcaba las esperanzas y desengaños que su querida Scottina. La joven corresponsal tenía once años. Nada quedó fuera en estas conversaciones de papel: la calamidad económica del padre; los avances y tropiezos médicos de Zelda, la madre; los consejos de escritura; las recomendaciones para el plan académico que la hija debería seguir; los planes para Navidad. Mientras el alcohol y el fracaso empezaban a dar sus devastadores frutos, él le escribía estas amorosas cartas a su hija.

En su carta más conocida, Fitzgerald le enumera a su hija (entonces aún en edad escolar) una serie de cosas de las que debe preocuparse y de las que no. “Preocúpate del coraje, de la higiene, de la eficacia, de la equitación... No te preocupes por la opinión de los demás, por las muñecas, por el pasado, por el futuro, por hacerte mayor, porque alguien te supere, por el triunfo, por el fracaso, por los mosquitos, por las moscas, por los insectos en general, por los padres, por los chicos, por las desilusiones, por los placeres, por las satisfacciones...”. La carta, toma otro carácter si la leemos en el contexto de la biografía de Fitzgerald. Fue escrita un año después de que la madre de Frances, Zelda, fue hospitalizada por esquizofrenia; siete años antes de que F. Scott muriera de alcoholismo y en un momento en el cual él peleaba con Zelda por la autoría absoluta de su vida juntos, o lo que él llamaba “su material”. Es, en definitiva, una carta categórica que se escribió a sí mismo.