:: la condesa

«Detrás de un triste mulo comenzamos a entrar por el huerto, Don Emilio, el cura de Ajofrín para asistir a los oficios de la Virgen de Agosto y un servidor, adelante hasta el estanque. Hallábase la condesa, hermosísima señora, al borde de la charca vestida de unos monjiles anchos, al parecer de anascote batanado, con una toca blanca de delgado canequí, sobre el ribete descubría en campo de plata, una corona condal. Como si dijésemos la condesa granizada, y que de su propio apellido se llamó la condesa de Tocenaque, a causa de que se producían en su dehesa mantecados, por ser costumbre en aquellas partes tomar los señores la denominación de sus nombres de la cosa en que más sus estados abundan» (nota1*)

collage:: “La Sra Condesa tomando un frigopie” calber, 2021

El Archivo Condal de Cedillo  pertenece desde hace más de cinco siglos a la familia de los Álvarez de Toledo. Fiel reflejo de su importante papel en la historia de Toledo y su comarca es el volumen de documentación de todo tipo generado o acumulado por esta familia y sus ramas colaterales durante centurias. La historia que quiero contar tiene que ver con los últimos Condes de Cedillo:  María Josefina López de Ayala y Morenés, nacida en Madrid el 22 de octubre de 1900, viviendo 88 años, XVI Condesa de Cedillo, VII Vizcondesa de Palazuelos. Casó con Pedro Miguel Pérez de Ayala Infanzón de Illescas. En 1960 Le sucedió su hijo por cesión José Luis Pérez de Ayala y López de Ayala, pero este ya es otra capítulo. Quiero hablarles de un hallazgo, que tiene que ver con “la condesa”, revisando los archivos de mi familia, han aparecido unos papeles, en un viejo arcón, una escritura y unas notas de mi bisabuelo y de oficiales de justicia.

El documento en cuestión está encabezado con blasón de los López de Ayala, y viene siendo una escritura de compraventa de unos terrenos:  


«En Tocenaque, a 15 de Agosto de mil novecientos cuarenta, reunidos de una parte y en concepto de vendedor María Josefina López de Ayala y Morenés, mayor de edad, Condesa de Cedillo, natural y vecina de Madrid y como comprador, D. Alejandro Sánchez Bravo, agricultor con vecindad en Tocenaque, han convenido en llevar a cabo el presente contrato privado de compraventa, al que dan toda la fuerza y valor de público bajo las siguientes estipulaciones […] Siendo la primera dueña en plena propiedad y dominio de la finca rústica, doce fanegas, en término de Tocenaque colindante de la dehesa del mismo nombre, en extensión aproximada de 12 fanegas, divididas en tres suertes. En cuyo momento se otorgará, por el vendedor, la correspondiente carta de pago de esta obligación».

Pero lo realmente interesante aparece en las anotaciones de la parte trasera, en la que mi bisabuelo escribe de puño y letra algunas impresiones sobre “la condesa de Tocenaque”, en realidad Señora de Tocenaque, Condesa de Cedillo; el día que fue a firmar el contrato de compraventa. (nota1*) Las otras notas sueltas tienen que ver, una sobre los requisitos a modo de curriculum insertadas por el alguacil del municipio, (nota2*) Otra con temas familiares sobre las finanzas de los “Cachivaches”  (nota3*) Y por último una breve reseña histórica de la familia de la Sr Condesa.(nota4*)


El secretario del Ayuntamiento, hace constar: «A Alejandro “el Cachivache”, que así era conocido en el pueblo, le nacieron los dientes en el campo, a los 7 años ya arrancaba algarrobas al otro “lao” el río. Siendo hombre adulto es uno de los agricultores más despiertos del lugar, el que mejor conoce el campo de toda la comarca: las particiones, los términos, los propietarios, la clase, los tipos de tierra, los dueños, medianías, servidumbres. Su pericia le viene por varias ocupaciones que ha tenido, todas relacionadas con la tierra: A parte de su huerta y las olivas, es porteador de los cazadores en las etapas de caza. Sembrador de zanahorias para la cooperativa de la verdura, asistiendo a todos los socios. Por último está la recogida del grano, es un segador extraordinario, que tiene un método especial para combinar, siembra, barbecho y rastrojo, que lo hace uno de los productores de mayor éxito. Se dedica también a trabajar para la cooperativa del secano, ayudando a la cosechadora en la siega, transportando el grano. Es experto en la localización de terrenos, en fin, como él dice: “si a mi edad no voy a conocer el campo”. Y para que conste doy fe y firmo» (nota2*)

Alejandro Sánchez Bravo, 1881-1972 y Cándida Barahona Ramos,1885-1973* matrimonio, mayores de edad, vecinos de Tocenaque dueños de: seis fanegas vecinas al Convento franciscano de la Oliva; 4 fanegas arrendadas a Don Julio Cabañas Caballero (1862–1930) en la vega del Guadarrama; varias vacas y gallinas; 9 hijos entre machos y hembras que trabajaban todos por igual. En resultas de las fatigas de toda la familia, proceden a comprar algunos terrenos en la comarca. En lugar de hacerse con la vega arrendada que el Dr. Cabañas ofrecía a todos los arrendatarios, como acto en defensa del proletariado o del pobre, “… mejor dar trabajo a limosnas, y cultura a ignorancia” decidió adquirir otras tierras que más le convenían. A saber: 12 fanegas junto a la dehesa de Tocenaque, que posteriormente, le sobrevivieron y se dividieron en 3 suertes, les tocaron respectivamente a su nieto Fernando Sánchez, a una hija, Ángeles de Lominchar y a su hijo Francisco; 6 fanegas en camino Cabañas, donde hizo la primera huerta; 8 fanegas al final del camino del río Guadarrama, estas últimas le tocaron a su hijo Isabelo en suerte, (que hizo los lotes y que gravó con 100.000 pts. por ser de mayor extensión) junto con el gravamen añadido, que ironías del destino, pagó con gusto, pues así era su sentido de la justicia. Los hijos varones creyeron tener derecho prioritario sobre las huertas, porque sobre ellos recayó la construcción de los pozos, pero el matrimonio encontró justo el sorteo pues hombres y mujeres trabajaron la tierra por igual. (nota3*)

*Cómo es la vida, 88 años vivió la Condesa de Cedillo y 88 años, Doña Cándida, nuestra condesa familiar, mujer voluminosa, vestida de riguroso luto, sentada en lo que imagino como en un trono, en el fondo de una sala, a la que acudíamos todos sus descendientes, en audiencia, como si se tratara de la matriarca de un clan en blanco y negro.

Historia condensada de los Condes de Cedillo: «Es complicado presentar el relato genealógico de toda una familia, una casa condal toledana: la de los Condes de Cedillo, título intermitente, en su primera raza, o sea la del linaje de Álvarez de Toledo, y sus agregados los de Ajofrín, Bocanegra, Ponce de León y Luna. Posteriormente Título y Casa pasaron a los López de Ayala. Se trata de uno de los linajes toledanos más distinguidos, cuya figura principal fue Hernándo Álvarez de Toledo, Señor de Cedillo y Tocenaque, y gran secretario de los Reyes Católicos, en cuyo reinado fue protagonista y engrandeció a su prole. El condado de Cedillo es un título de nobleza que fue otorgado en 1624, por el rey Felipe IV a favor de Antonio Álvarez de Toledo y Heredia Ponce de León y Luna, III Conde de Cedillo Señor de Moratalaz, Tocenaque y Manzaneque, notario mayor del Reino de Granada, patrono de la Universidad de Santa Catalina, nacido en Olías hacia 1570. Desde sus orígenes la Casa de Cedillo estuvo adscrita al linaje toledano de la casa de Toledo; una línea agnada, pero ilegítima, de los condes de Fuensalida». (nota4*)