:: no-yo

Un hombre pasa con un pan al hombro 
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble? 

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo 
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis? 

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano 
¿Hablar luego de Sócrates al médico? 

Un cojo pasa dando el brazo a un niño 
¿Voy, después, a leer a André Bretón? 

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre 
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo? 

Otro busca en el fango huesos, cáscaras 
¿Cómo escribir, después del infinito? 

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza 
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora? 

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente 
¿Hablar, después, de cuarta dimensión? 

Un banquero falsea su balance 
¿Con qué cara llorar en el teatro? 

Un paria duerme con el pie a la espalda 
¿Hablar, después, a nadie de Picasso? 

Alguien va en un entierro sollozando 
¿Cómo luego ingresar a la Academia? 

Alguien limpia un fusil en su cocina 
¿Con qué valor hablar del más allá? 

Alguien pasa contando con sus dedos 
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito? 

Un hombre pasa con un pan al hombro de César Vallejo
poema incluido en  "Poemas humanos" de edición póstuma. 
Poemas fueron escritos entre 1931 y 1937.


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:: el no-yo ocurre cuando te sedan. “Hola me llamo Elvira y voy a ser la persona que te ayude a abandonar este mundo, piensa en algo agradable”. Cierro los ojos y lo único plácido que se me ocurre es pensar en un ser que no existe. Que existe muy vívido en uno de mis pulmones. Hablar del no-yo sin dar un grito. Un grito de silencio, quedarte dormido, morir como aquel albañil después de tres días sin almuerzo. Un fango negro, oscuro, un canal hacia el abismo. Ser un hombre vulnerable, tener compasión hacia todo el que sufre, ser un hombre muerto en una camilla, sobre el costado izquierdo con las rodillas flexionadas hacia el tórax, un feto en regresión que no debe sentir ningún dolor, que probablemente no recordará nada. Un niño viene a este mundo con un pan debajo del brazo, un hombre pasa con un pan al hombro. El no-yo tiene un pan incrustado en el bazo, una piedra negra sobre una piedra blanca, un pan que acumula células esponjosas y tiernas. Ha tenido que morir para vivir un experiencia de película, de cuarta dimensión.