– Le contemplas demasiado.
– ¡Oh, no, no digas eso! Este niño necesita un cariño especial, Merche. No olvides que hasta hace un año era el rey de la casa. Es el príncipe destronado, ¿oyes? Ayer, todo para él; hoy, nada. Es muy duro, mujer.
La voz de Mamá era suave, pero implacable:
– Tonterías –dijo–. Yo he destronado ya cuatro príncipes sin tantos paños calientes y me ha ido muy bien.
– Has tenido suerte, eso es todo. Pero mira lo que dicen los psiquiatras.
– ¿Qué?
– Los complejos y eso. Todo eso viene de cuando niños, ya ves. Una cosa a la que no le das importancia y, a lo mejor, de mayor, un complejo. Son cosas muy enrevesadas, ésas, pero Pepa cruz, ya lo oyes, antes una enfermedad que un complejo. Es muy serio, hija, eso de los complejos." (pp. 86-87)
El príncipe destronado. Miguel Delibes
imagen::calber
::a la tarde tengo cita con mi psicóloga, a las 6:15. Voy a preguntar sobre estos temas que me preocupan sobremanera:
¿Está en la infancia la explicación de todo? Parece que ahí, en ese periodo se estructuró nuestra personalidad y las neuras germinaron. Muchas cosas que suceden hoy evocan un mundo protegido que para algunos encarna el ideal de la felicidad. La definición de Rainer Maria Rilke: "La verdadera patria del hombre es la infancia" resulta inquietante. Nos refugiamos en esa patria y tratamos de evadirnos del presente, o la evocación de ese lugar, no nos deja disfrutar con intensidad lo que tenemos.
¿Qué problema provoca necesitar un cariño especial?. Decía Charles Paul de Kiock: “Los niños adivinan qué personas los aman. Es un don natural que con el tiempo se pierde”. Todos necesitamos ser amados, pero algunos necesitan un cariño extra, otros sólo admiten un nivel de apego similar a la devoción. Las relaciones personales, tu propia manera de conectar, de manejarte en la vida vienen dadas por esta forma de dosificación del amor, algo que no se estudia y que además con el tiempo se desaprende.
Esta tarde no salgo de la consulta sin la respuesta a estas dos preguntas sobre “El príncipe destronado”. Tengo que saber, antes de que mis hijos abandonen su verdadera patria, por si aún se pude hacer algo para mejorar su larga y placentera vida futura.