Hubo una vez una niña
en la cabeza eterna de Eva.
Nació en el patio breve de la infancia
donde se desvanecen los juegos.
Al otro lado del bosque
la madre conoce a Milton,
sin saberlo, el sufrimiento;
un dolor en el vientre del lobo.
La violencia tiene dientes grandes.
Hay una gema rosa en un árbol,
un jardín muerto sobre la mesa,
en el pasillo huele a preguntas,
a vecina mineral que llora.
La hija tiene sed,
el sueño se ahoga en un estanque.
La alegría es una criatura
inmaterial
que si no está, te devora.
Hueco y cazador descansan,
el ángel vigila,
evocan paraísos mutilados.
Otra mujer regresa, desea menos,
lo que perdió es su destino.
::carlos sánchez alberto, a esa gema que hoy veintiséis sería treinta y nueve
Litografía para el "Paraíso Perdido de Milton" de Gustavo Doré