::la muchacha se bañó en el sol, como si quisiera absorber la luz. Cuando el otoño llegó, sus manos, se volvieron frías y pesadas, como mármol. Nadie supo cuándo empezó a ser roca, solo que quedó allí, en el camposanto, con los ojos congelados y la boca vacía, como si el verano hubiera dejado un eco indeleble en sus huesos de polvo. Ahora, las sombras la miran, y en su silencio de granito, ella recuerda cómo el calor puede convertir todo en memoria de flor, incluso a una niña que soñaba con ser una mujer. Arthur Inclán & CSA

imagen::calber Gema Sánchez García. Madrid 26 mayo 1976